sucesos y así establecer los que ya sucedie-
ron (pasado) y los que esperas o deseas que
sucedan (futuro). El pasado ya no es, como tam-
poco lo es el futuro. Tu vida sólo tiene lugar en
la fugacidad del instante presente. Un segundo
después se convierte en pasado, ya no es, y den-
tro de un segundo será el futuro, pero aún no es.
Observa cómo todas las acciones que realizas
siempre tienen lugar en el instante presente. Cuan-
do piensas lo que vas a hacer en el futuro también
lo haces en el instante presente. Análogamente,
cuando recuerdas lo que hiciste en el pasado tam-
bién lo haces en el presente.
Tu vida (ser) sólo tiene lugar en el momento pre-
sente, que es fugaz.
El pasado no es tu vida, fue tu vida. El futuro no
es tu vida, tal vez lo sea, pero no lo puedes saber.
Cada vez que usas tu presente para recordar el pa-
sado o imaginar el futuro estás perdiendo tu vida,
porque no vives el momento presente, que es lo
único que existe. Tu mente vaga a lo que ya no es y
a lo que podría ser, y se pierde lo único que existe,
lo que es, el ahora, la vida.
No pretendo sugerir que no dediques parte de tu
vida a planificar o imaginar lo que quieres hacer.
Tampoco pretendo que no revises tus acciones pa-
sadas para aprender de ellas o simplemente para
disfrutar con recuerdos bellos. Lo que sí pretendo
es que seas consciente del coste de esos viajes. El
precio es dejar de vivir, o sea, de experimentar el
instante presente, que no es recuperable. Así que
valora y paga los viajes al pasado y futuro que elijas.
Habrás escuchado a otros, o a ti mismo, decir lo
rápido que ha pasado el día, el mes o el año, po-
siblemente con un tono que denota pérdida.
Aprovecha el momento para reflexionar acerca
de la cantidad de vida que has perdido vagando
al pasado y al futuro. Si llegas a la conclusión de
que estás siendo una persona que invierte una
gran parte de su vida en no vivirla, porque es-
tás muy atareado en visitar lo que ya no es o lo
que podría ser, resuelve vivir más. Sólo necesi-
tas elegir permanecer en el instante presente.
Es muy simple, aunque muy difícil al principio. Ob-
serva -sin juzgar- tu entorno y a ti mismo. Date el
permiso de ser. Si estás realizando una acción, in-
cluso las que no requieren de tu consciencia como
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