loración para sentirse a gusto consigo mis-
mos. (¡Ah, la subjetividad humana…! Y aún hay
quien dice que todas las personas son iguales…)
Bueno, esto en cuanto a cómo perde-
mos agua. Y… ¿cómo llenamos el cubo?
Basta con positivizar la lista de cosas que
nos quitan la autoestima y ya tenemos la res-
puesta. Conseguir objetivos, recibir elogios
o felicitaciones, ser aceptado, desarrollar-
nos personal y profesionalmente, practicar
hobbies que nos hagan felices, vivir en un
entorno propicio… Todos estos factores echan
agua al cubo, y compensan más o menos la
que perdemos por los agujeros de la base.
En realidad, si lo analizas bien, disponemos
de dos grifos para llenar el cubo: lo que nos
decimos a nosotros mismos y lo que nos
dicen los demás. Ambos se equilibran, y si
tienen un flujo simétrico de agua (auto-va-
loración vs. reconocimiento ajeno), el cubo
se llenará de forma sana y muy satisfactoria.
Por ejemplo, imagínate que llevas preparán-
dote un año para correr una maratón por
primera vez en tu vida. Llegado el gran día, com-
pites y logras terminar la prueba. Seguro que
lo que te diga la gente que te conoce cuando
se lo cuentes, o cuando vean fotos de la gesta
en Facebook, supondrá para ti una inyección
de autoestima; pero tan importantes o más
serán los mensajes de auto-reconocimiento y
auto-valoración que te digas a ti mismo. En este
caso ambos grifos funcionan correctamen-
te y no hay problema, sino todo lo contrario.
Pero ¿qué sucedería si uno de los dos grifos
no funcionase, o estuviera atascado? Pues que
la secuencia de lo que va a ocurrir se puede
reducir a este silogismo:
1. Todo individuo necesita autoestima para vi-
vir
2. Todo individuo pierde constantemente au-
toestima
3. Por lo tanto, todo individuo necesita com-
pensar la pérdida añadiendo más autoestima
4. El individuo puede usar dos grifos para aña-
dir autoestima
5. Pero uno de los dos está atascado
6. Por lo tanto…
21