EDITORIAL
Podría, tendría, debería...
Conforme cumples años eres más consciente de que tu futuro disminuye en la misma cuantía que au-
menta tu pasado. Esa consciencia se suele espabilar al cruzar el ecuador de tu vida y se aviva conforme
se acerca tu fecha de caducidad.
¿Es lo anterior un motivo de tristeza o ansiedad?
La respuesta depende de muchos factores, uno de los más influyentes son las creencias que has ele-
gido sostener.
Cuando valoras la parte que ya has vivido utilizas esas creencias como criterio de medición. Seleccio-
nas los acontecimientos de tu vida relacionados con esas creencias y les asignas un valor. Observa
cómo si hubieses elegido otras creencias la valoración sería diferente. Mucho mejor o peor.
Por consiguiente la valoración de tu vida en cada momento es función de la elección de tus creencias.
Tus vivencias -tu vida- son menos relevantes. ¿No es sorprendente?
Si crees que esto es así parece conveniente prestar la máxima atención a revisar las creencias que
sostienes y plantearte su cambio.
Para un gran parte de la población, que no es consciente de que las creencias son cambiables o elegi-
bles, no hay esperanza en cambiar su valoración, y si ésta es baja vivirán una existencia penosa.
Es fácil identificar a estas personas que sufren, lo pasan mal, se sienten infelices. Sus creencias (limi-
tadoras) les impiden cambiarlas, creen que “yo soy así”. No saben que pueden elegir “ser como prefie-
ran”.
Incluso un individuo enfrentado a las más duras vivencias -como por ejemplo una severa carencia de
salud o una dura indigencia- podría interpretarlas y valorarlas positivamente según las creencias que
sostenga.
Existen palabras que denotan esa falta de poder personal, como por ejem-
plo, podría, tendría, debería… haber hecho o dicho…
Son palabras que muestran el arrepentimiento por haber perdido oportu-
nidades más prometedoras. Su elección en aquellos momentos fue perma-
necer en su zona de confort, no aceptar la toma de un riesgo a lo nuevo, no
elegir la incertidumbre de lo diferente, sentir temor al error o el fracaso.
Si conoces a alguien así invítale a que empiece cambiando su lenguaje con
un puedo, quiero, elijo...
Jaime Bacás
Socio de
Atesora Group
5