producto o servicio está o ha estado en alguna
de las fases de este ciclo, que puede ser des-
crito mediante una curva muy característica,
denominada “Curva de ciclo de vida de produc-
to”.
Aunque se puede subdividir dichas fases de
forma muy detallada, las principales son 4:
- Introducción (o Nacimiento): Éste es el
momento en el que el producto o servicio
nace y se introduce en el mercado. Como es
lógico los consumidores potenciales aún no
lo conocen, por lo que las ventas son muy
bajas o inexistentes durante esta fase, y es
necesaria una importante labor de promoción
y “educación de mercado”, dando a conocer las
características y beneficios del producto.
- Crecimiento: conforme el producto se va
conociendo, lo lógico es que las ventas au-
menten. Esto lleva aparejado un aumento de
la producción, una disminución de los costes y
la aparición y crecimiento de beneficios. Pero
cuidado, también aparecerá la competencia,
ansiosa por ocupar el mismo nicho de merca-
do que tú sin haber corrido con los costes de
la introducción del producto.
- Madurez: ésta es la etapa de consolidación
del producto, y, por lo tanto, de mínimo de cos-
tes y mayores beneficios. La preocupación de
las empresas en este punto suele ser alargar
la fase lo más posible, poniendo en práctica
estrategias que sirvan para mantener vivo el
producto o servicio en la mente del consumidor.
de madurez y sabes que dentro de poco, debi-
do al cambio producido por los nuevos entor-
nos V.U.C.A, tendrás que dejar de fabricarlo?
Pongamos un ejemplo de máxima actualidad:
los coches propulsados por motor de combus-
tión. A nadie se le escapa que se trata de un
modelo de transporte obsoleto, muy ineficien-
te (tienes que mover 1.500 kg para trasladar a
una persona que pese pongamos 70 kg), sucio,
contaminante y generador de un grave proble-
ma de espacio en las ciudades. Es obvio que
las tasas al diésel y la criminalización de los co-
ches por motivos medioambientales son sólo
una excusa para forzarnos a comprar vehícu-
los eléctricos y, en una fase posterior, basar
nuestra movilidad en los coches autónomos,
eliminando de tal modo la propiedad privada
que un ciudadano ejerce sobre un vehículo.
Añade a la ecuación los nuevos impuestos que
cada uno de estos pasos va a generar (emi-
siones contaminantes, tasas a la electricidad,
peaje por recarga en las estaciones de servi-
cio, etc.) y ya tienes la razón por la que poseer
un coche a gasolina o diésel pronto será poco
menos que delictivo. ¿Te parece exagerado o
catastrofista? Pues abre un par de periódicos
y lee.
- Declive: una vez que el producto o servicio
ha agotado sus posibilidades, pierde el atrac-
tivo para sus compradores y, en consecuencia,
las ventas caen hasta que desaparezca definiti-
vamente; bien sea por saturación del mercado,
porque no sea rentable producirlo, por la apa-
rición de productos sustitutivos, etc. Aunque
existen estrategias para alargar lo más posible
esta fase, se trata de la muerte anunciada del
producto.
Bien, y ¿qué tiene que ver esta lección de mar-
keting básico con el tema que nos ocupa? Pues
hasta ahora más bien poco, porque las em-
presas llevan lidiando con este modelo desde
hace décadas. Pero ¿qué sucede cuando estás
comercializando un producto que está en fase
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