TALENTO MAR-ABR 2018 talentoMAR2018 | Page 33

única hija, lo recordarás con total seguridad. Y esta curva, que desde los ímprobos desvelos del buen Ebbinghaus fue rebauti- zada con su nombre, es la clave de por qué las organizaciones desperdician enormes cantidades de recursos intentando que sus colaboradores adquieran hábitos nuevos o desarrollen habilidades distintas a las que tienen en ese momento sin conseguirlo. Y ello se debe a dos razones fundamentales: 1. No tienen en cuenta la opinión, gustos, fortalezas, etc. del propio colabo- rador en el co-diseño de su aprendizaje 2. No son capaces de estimular -yo diría “enamorar”- al colaborador, ge- nerando esa “milla extra” de interés y esfuerzo necesarios para integrar el aprendizaje Así que la única forma de garantizar hasta cierto punto la fijación de lo aprendido es la repetición “on the job” de la técnica corres- pondiente hasta convertirla en un hábito; pero ya sabemos por la Curva de Ebbinghaus que la reiteración de conceptos que carecen de sentido para el individuo no es sinónimo de integrar el aprendizaje; simplemente meca- niza la tarea. Esto puede resultar suficiente cuando se trata de una formación técnica, que se va a ejecutar una y otra vez sin grandes cambios ambientales; pero es del todo deficien- te cuando hablamos de cambio conductual. los resultados, nos guste o no. Como prue- ba, y aunque las cifras son muy difíciles de contrastar y verificar, se habla de retornos de inversión (ROI) de un 10 a un 15% en el caso de la formación convencional en las empresas, mientras que al aplicar otras técnicas andragógicas, tales como el coaching o el mentoring de implantación, se puede llegar a alcanzar cifras del 500 al 600%. En próximos artículos profundizaremos acerca de técnicas y procedimientos que ayuden a las organizaciones a maximizar los resultados esperables a partir de sus acciones de desarrollo, facilitando la fija- ción de aprendizajes en los colaboradores. Un ejemplo más de las nefastas conse- cuencias de seguir aplicando técnicas pedagógicas (educación de niños) en lugar de andragógicas (educación de adultos) en la capacitación de los colaboradores. Uno de los principios andragógicos nos ex- pone que: “El adulto responde a algunos motivadores externos (mejora en las con- diciones laborales, económicas, etc.), pero los motivadores más potentes son las presiones o aspiraciones internas (satisfacción personal, autoestima, desarro- llo de un proyecto atractivo, etc.)” Podemos ignorar estos principios al desa- rrollar planes de formación o desarrollo, pero sus consecuencias se dejarán ver en 33