TALENTO MAR-ABR 2018 talentoMAR2018 | Page 23

rior, lo relevante o significativa que llegue a ser una relación entre mentor y mentee será directamente proporcional al nivel de confianza que se genere entre ambos par- ticipantes. Si el mentee se preocupa únicamente de proteger su imagen frente a su interlocutor, ocultando sus verdaderas inquietudes, mie- dos, deseos o necesidades, la relación de mentoring no pasará de ser un mero “ejerci- cio político”, transitando por los senderos de los juegos de po- der. Sabemos que, en los entornos organiza- cionales, las personas están en ocasiones más preocupadas del posicionamiento que muestran de cara a los demás que de realmente actuar de forma efectiva. En ocasiones el viejo proverbio de “no sólo importa ser bueno sino parecerlo” se convierte en “lo que importa únicamen- te es parecer bueno”. En cierta medida, esto es comprensible si pensamos que las personas son contratadas y valoradas en las organizaciones por lo que saben hacer y por aquello en lo que son competentes, y no tanto por su capacidad de reconocer sus errores y utilizarlos para aprender de ellos. El temor de ser injustamente juz- gados y enfrentados a nuestros errores se convierte en un fantasma difícil de ahuyentar. En un programa de entrenamiento efectivo, el mentee ha de poder hacer un ejercicio profundo y sincero de intros- pección, en el que sea capaz de conectar con sus auténticas necesidades sin temor a protegerse, pensando que esa información, de ser compartida, podría ser utilizada en su contra. De igual forma, los mentores han de alentar y legitimar esa vulnerabilidad, siendo capaces de “des- nudarse” ante sus mentees, haciendo uso del valor de sus errores y fracasos como una auténtica fuente de capital experien- cial. Sin embargo, esta dinámica de mostrar- nos “sin fisuras” puede convertirse en una invisible barrera defensiva que impida un desarrollo real y significativo de la relación de mentoring. Para poder evolu- cionar e ir más allá de nuestra actual zona de confort, necesitamos reconocer antes lo que no sabemos, lo que nos incomoda y nos hace enmudecer; sólo desde este prisma podremos ver nuestras vulnerabi- lidades como una verdadera fortaleza que nos abre al aprendizaje, al crecimiento y a evolucionar más allá del punto en el que nos encontramos. Las expectativas frustradas y las supo- siciones no declaradas pueden hacer descarrilar una relación de mentoring. Para evitar esto, es conveniente que mentor y mentee experimenten lo que significa estar en la posición del otro, ejerciendo su rol y entendiendo de qué forma van a contribuir ambos actores al proceso, más que meramente “explicár- selo”. Esto permite generar la alineación necesaria a través de la cual cada pieza sepa cómo contribuye al buen funciona- miento del motor del mentoring. Conocer los aspectos que ayudan o entorpecen en esa relación y qué roles y responsabili- • “Caminar una Milla en los zapatos del Otro”: Habilidad para Comprender el Rol de cada Actor. 23