esas acciones se basa en la comprensión que tene-
mos acerca de cómo funcionan las cosas y cómo
hacerlas funcionar, lo que podríamos denominar
nuestro “modelo del mundo”.
H) La acción implica que, como seres humanos, no
tenemos un conocimiento omnisciente del posible
futuro, ya que, de tenerlo, ninguna de nuestras ac-
ciones supondría ninguna diferencia. Por la tanto,
la acción implica que vivimos en un mundo
de incertidumbre, o sin una completa certeza del
posible futuro.
De modo resumido, podemos concluir que como
seres humanos elegimos emplear medios en
el presente -de acuerdo a nuestro conocimien-
to de los mismos- por los que esperamos llegar
a nuestros objetivos en algún momento futuro.
La praxeología no presupone que la elección de va-
lores u objetivos de una persona sea sabia o la más
correcta. Todo lo que afirma es que el actor indivi-
dual adopta objetivos y acciones que cree, bien de
una forma errónea o acertada, que serán alcanza-
dos a través de determinados medios o recursos.
Ahora bien, lo importante de estos principios para
nosotros es que sientan los cuatro pilares sobre los
que se estructura una conversación de mentoring
a la hora de definir y establecer objetivos. El men-
tor ha de tenerlos en cuenta si quiere ayudar a su
mentee a tomar decisiones más efectivas, coheren-
tes y alineadas con sus necesidades y aspiraciones,
al tiempo que se convierten en generadoras de
valor para el sistema (organización) al que pertene-
ce. Mentor y mentee se influirán recíprocamente
sobre estos pilares, y el enriquecimiento o no de
ellos mismos derivará de la capacidad de reflexio-
nar de forma efectiva sobre estos procesos.
A continuación, enumeraremos cada uno de
los principios que, a modo de “lentes”, men-
tor y mentee deberán de ir comprobando para
asegurarse de la calidad de sus decisiones.
- Propósito: Cuando el mentee comparte sus ob-
jetivos, un aspecto esencial que ha de explorar el
mentor es si los objetivos definidos son un fin en
sí mismo o un medio para conseguir otra cosa. Lo
que conseguirá el mentor es reflexionar acerca de
la dirección y/o meta hacia la que se orientan esas
acciones. Sin una exploración suficientemente pro-
funda en este aspecto, se corre el riesgo de marcar
objetivos poco significativos o incluso contrarios al
valor o necesidad que pretende satisfacer el men-
tee. Igualmente, en cualquier dirección a la que se
encaminen esas acciones habrá tres elementos a
identificar: un movimiento de “alejamiento” (lo que
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