Una guerra no es más que un conflicto de grado extremo. Vamos a la
guerra porque las ideas religiosas, económicas, éticas, etc., de los otros
están equivocadas y queremos imponer las nuestras, que son las que
tienen razón.
Los conflictos pueden evitarse o minimizarse poniendo en práctica algu-
nas habilidades, como por ejemplo…
La empatía
Con empatía me refiero al conocimiento, comprensión y aceptación
del otro. Es decir, acceder a sus valores, creencias, intereses, experien-
cias, etc. Cuando conoces te das permiso para comprender, y cuando
comprendes puedes aceptar. Aceptación no significa estar de acuerdo,
sino comprender que (afortunadamente) somos individuos diferentes.
Aceptar es respetar la diversidad, el derecho a ser diferente a tí.
La sabiduría popular, expresada en los refranes, dichos, etc., no siempre
parece acertada. Muchas personas asimilan empatía con el dicho tantas
veces escuchado y repetido de “trata a los demás como a ti te gustaría
ser tratado”. Un dicho que, en mi opinión, es el ejemplo perfecto de la
anti-empatía. Podríamos empezar a sustituirlo por otro del estilo de
“trata a los demás como a ellos les gustaría ser tratados”.
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