TALENTO ENE-FEB 2020 talentoENE2020 | Page 21

dacidad e ingenio. Incluso confieso haber entendi- do dobles sentidos escondidos en las situaciones a la tercera o cuarta relectura de algunos cómics, consiguiendo arrancarme carcajadas muchos años después de haberlos leído por primera vez. Pues bien, “Están locos, estos romanos” es una fra- se que invariablemente pronunciaba el bueno de Obélix después de haber machacado a unas cuan- tas decenas de legionarios de los campamentos próximos en su intento por incorporar a la aldea a la Pax Romana. En su infantil inocencia, Obélix -poseedor de una fuerza descomunal por haberse caído de pequeño en la marmita de poción mági- ca que preparaba el druida Panorámix- no lograba entender por qué esos enclenques se empeñaban una vez tras otra en recibir unas palizas tremendas en sus vanos intentos por someterlos; aunque en realidad tampoco entendía por qué los bretones tenían la costumbre de parar a las cinco para beber agua caliente -la cosa mejoró bastante cuando As- térix les llevó el té-, los hispanos se encerraban con toros bravos en ruedos, los normandos bebían en los cráneos de sus enemigos o los egipcios cons- truían pirámides enormes como tumbas. Al final, siempre habría un “Están locos estos… (lo que fuese)” y todo terminaría con un gran banquete y el bardo Asuranceturix amordazado para que no cantase. ¡Qué recuerdos, ¿verdad?! Como le pasaba a Obélix, es tentador creer que los demás están locos simplemente porque no piensan o actúan como a noso- tros nos gustaría, y resulta fácil caer en la lógi- ca egoísta de entender que hay una única razón, la mía, siendo las ajenas nada más que posicio- nes erróneas o mal fundamentadas. En coaching denominamos “enfoque único” a este tipo de pensamiento, y lo solemos considerar limitante y perjudicial para el que lo exhibe -¿o debería decir “sufre”?- Si lo piensas bien, el simple hecho de razonar con enfoque único, independientemente de la bondad de nuestras intenciones, nos coloca automática- mente en una posición moral de superioridad, lo cual, ya de por sí, no es especialmente empático. Pero este tipo de razonamiento no sólo tiene el problema de hacernos perder muchos matices, información nuclear y de contexto o alternativas que permitan la mejor toma de decisiones, sino que además es el camino directo al victimismo y la fabulación de un montón de creencias dañi- nas, tanto para uno mismo como para los demás. Vivimos tiempos de mucho movimiento, y, como tuvimos oportunidad de analizar en anterio- res números de nuestra Revista, la mejor y más económica forma de defendernos de los golpes imprevistos que están aún por venir es la diver- sidad. La diversidad en su más pura acepción, es decir, la variedad, la multiplicidad de talentos, la versatilidad para tener disponible un espectro de soluciones lo más amplio posible. En momentos de oleaje, es conveniente que un equipo humano se parezca más a una navaja suiza que a un bisturí de cirujano. Pero, a diferencia de los elementos que compo- nen tan útil herramienta, ese equipo ha de convi-