DESARROLLO
La autopista de
seis carriles que
se convirtió en
una pista forestal
Llevo trabajando más de treinta años,
en diferentes sectores, empresas y con
distintos roles. Sé que no es la carrera
profesional más larga del mundo, pero
indudablemente los años de experienci
a me han permitido tomar perspectiva acer-
ca del tema del que vamos a hablar en este
artículo; por no hablar de que mi trabajo
como coach en muchas empresas clientes
y unos cuantos años colaborando en una
escuela de negocios han añadido a mi pro-
pio bagaje la visión de lo que ha sucedido
en otros sitios durante todo este tiempo.
Si al principio de mi trayectoria profesio-
nal me hubieran preguntado en qué tipo
20
de empresa me gustaría trabajar cuando
cumpliera los cincuenta años -lo que ya
ha ocurrido hace unos meses, por cier-
to-, probablemente hubiera pensado en
las siguientes características elementales:
1. Que fuera una empresa importante, con
una marca reconocida en el Mercado que
me permitiese lucir con orgullo mi tarjeta.
2. Que sus productos o servicios fueran só-
lidos, útiles y fiables.
3. Que los procesos estuvieran bien defini-
dos, dando estabilidad a la estructura.
4. Que los mandos intermedios alineasen
bien a las capas más operativas con la es-
trategia de la Organización.
5. Y, por último, que la Alta Dirección es-
tuviera constituida por personas bien
preparadas, visionarias, capaces de timo-
near la nave dando a los trabajadores la
tranquilidad necesaria para hacer sus fun-
ciones sabiéndose bien dirigidos.
En otras palabras, en aquel momento es-
taba describiendo, sin saberlo, la típica
estructura piramidal con la que se ha veni-
do representando gráficamente el concep-
to de empresa a lo largo de los años. Y no
es de extrañar, puesto que la pirámide es el
paradigma de la solidez y la estabilidad (me
viene a la cabeza el viejo adagio referido a los
famosísimos monumentos de Egipto, “…Los
hombres temen al tiempo, y el tiempo teme
a las pirámides…”). Pero para proporcionar
tan deseada consistencia, es necesaria una
condición: el suelo en el que se apoya tiene
que ser muy, pero que muy firme. Si el suelo
es cenagoso, la pirámide se tambalea; y, si el
suelo es líquido, la pirámide se va al fondo.
Y esto es lo que nos lleva pasando
hace unos años: que el entorno -social,
tecnológico, demográfico, político, geo-
estratégico…- se ha convertido en algo
imprevisible, multiforme, más parecido a
un mar encrespado que a la llanura de Gi-
zeh; y, en consecuencia, las empresas que
quieran sobrevivir necesitan convertirse en
21