Para tener la oportunidad de re construir juntxs nuestra
casa en ruinas, y leer en nuestro mapa una historia de
amor y no una de miedo y odio, para que en la memoria
de quienes están aprendiendo hablar no existan recuer-
dos de guerra y fusiles y que sus palabras y sus sueños no
estén menguados por el dolor y el resentimiento, que la
paz deje de ser un anhelo imposible, y que sea al fin, una
realidad que nos hermane de nuevo.
Luna Acosta (Desde Santiago de Chile)