El deseo de paz está en mí desde que era pequeño, mi
abuela, mi madre contaban cómo les tocó salir del cam-
po entre los cafetales huyendo porque los bisabuelos eran
del partido liberal, llegar a Pereira a esconderse para quizás
perderse en el urbanismo de una ciudad más incluyen-
te y con menos sangre, por eso clamo no más guerra a
través de actos indolentes, ni miradas que juzguen, para
que las nuevas generaciones sigan alimentando los sue-
ños de esperanza de tantos niños, niñas, jóvenes que me
hacen pensar que podemos cambiar un ADN con instinto
violento por palabras llenas de música, poesía, danza que
proyecta la escencia de una vida con nuevos seres amoro-
sos y que saben respetar la vida y los sueños de los demás.
Gracias a la vida que me da la oportunidad de apalabrar
las voces de tantos mudos que les da miedo decir lo que
se siente en las almas de tantos vivos que están muriendo
por la indiferencia.
Juan Carlos Cardona Ríos.