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CREAR LA PROPIA VIDA
INVERTIR TIEMPO Y ENERGÍA EN EL COMPROMISO
DE TRANSFORMAR EL SER
Lic. En Servicio Social
Asesora de Empresas en Desarrollo Personal
Docente de Formación Profesional
S
Ser creativo es asumir cada
situación como un desafío,
sin recetas, sin guiones de
hierro; sin embargo, al te-
ner claro el fin, el camino
va mostrando los medios a
los que se puede distinguir
para elegir.
El arquitecto de su propia
vida concibe a la mente
como una servidora que
le permite estar abierto a
la realidad, vivir libre del
juicio y de la necesidad de
controlar al otro. Se cen-
tra en una conciencia ge-
neradora de presencia y
aceptación, ambas llaves
maestras para encontrar la
paz. Trabaja sus partes no
resueltas para evitar que la
vida las imponga a través
de situaciones adversas.
Transforma las creencias
en criterios y principios,
sabiendo que éstos son
dinámicos, por lo tanto
podrán modificarse sin
culpa de haber trasgre-
dido una norma.
El protagonista de su vida
no relaciona la alta efec-
tividad con altas dosis de
sufrimiento. El foco estará
en las personas, no en los
resultados, ya que éstos
vendrán por añadidura
cuando los sujetos modifi-
quen su hacer producto de
las libres elecciones.
Los creativos dejan huella
porque trabajan para la
comunidad, es decir, para
poner en común, y buscan
que otros vivan desde la
conciencia.
No hay posibilidades de
crecer en el SER si no se
incorpora la noción del OTRO
como nuestro CO-CREADOR
de experiencias.
La construcción de nues-
tro ser suele llevar como
compañeros de viaje a las
expectativas, al miedo al
fracaso, a las arraigadas
zonas de confort, al loro
parlanchin que nos cuenta
quiénes éramos; parte de
este proceso es no que-
dar atrapado en su relato,
interpelarlos e ir en bús-
queda de la forma en que
queremos sentirnos hoy.
Cuando se diseña el modo
en que queremos ser, que-
dan atrás los tiempos de
atajar penales, poner par-
ches en vacíos existencia-
les, guardar desechos bajo
la alfombra o quedarnos
agotados pataleando en
el oleaje emocional, vivir
atado al reloj contando
minutos de una carrera sin
fin. Colgar cuadros con tí-
tulos, comprar para calmar
angustias y tener miedo a
envejecer, porque se tiene
la convicción que al hacer
lo que se ama y al cumplir
con el propio sentido de la
vida, ésta no se agota.
La persona que trabaja en
su ser, nutre sus ambien-
tes, riega esperanza que
ayuda a los grupos a evo-
lucionar, pinta sonrisas en
rostros dolientes y mues-
tra con su propio existir
que el aprendizaje es par-
te de lo cotidiano, que lo
que parece malo puede
transformarse en una gran
oportunidad y que decir
que algo es bueno es solo
un juicio que podrá variar.
Los invito a sentirse com-
pletos desde este estar
siendo, desarrollar el arte
de permitir que las per-
sonas y las situaciones se
muevan en sus propias
búsquedas y a dudar de
las verdades únicas e in-
mutables para avanzar en
este camino sin límites de
la propia transformación
del ser.
Por: Marcela Palmucci
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