frente a uno de los puntos icónicos de la ciudad , la primera sede de Randy ’ s Donuts , la de 1953 . Como el local del donut gigante , Pérez ha sabido construir su propia leyenda tras cuatro décadas de atender a la comunidad de Inglewood . Por su local han pasado miles de vehículos accidentados a los que ha sabido devolver el esplendor y parte del brillo original . Pérez , que tiene en su despacho un par de retratos del Che Guevara y fotos de algunas de las grandes leyendas de Los Angeles Lakers , dice que aún siguen reparando modelos de los años 70 y 80 . “ Esta es la capital del carro y el negocio nunca se detiene ”, transmite con confianza .
Pérez emigró a Estados Unidos en 1976 en busca de un mejor futuro . Sabía que en El
Salvador lo tendría complicado , destinado a trabajos como “ peón en la construcción ” y empleos de bajo perfil , aunque su sueño era estudiar sociología . No pudo ser . En Los Angeles trabajó primero en un restaurante hasta que dio con un taller de carrocería que buscaba un ayudante de pintura . “ Me tocó aprender el oficio rápido ”, recuerda . “ Claro que cometí muchos errores al principio , como es normal , pero al final
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