Spanish ACAMS Today (Diciembre ’10- Febrero ’11) Vol. 10 No. 1 | Page 23

Desafíos antilavado C uando comencé a trabajar como investigador de fraudes, los casos estaban todos relacionados con negocios –luego trabajé en mi primer caso de abuso financiero contra personas mayores. Lo que aprendí es que estos casos son tan únicos como las víctimas. El abuso financiero de las personas mayores y de los adultos dependientes es conocido comúnmente como “abuso de personas mayores” o “fraude a personas mayores”. El problema del abuso de las personas mayores fue foco de la atención nacional en 1977 por parte del Comité Especial sobre Personas de la Tercera Edad del Senado de los Estados Unidos. El abuso de las personas mayores no solo está moralmente mal: es un delito. Si es atrapado, quien lo comete puede enfrentar cargos civiles y criminales. Las instituciones financieras no son inmunes cuando se trata de culpabilidad o restitución. De hecho, si su institución financiera inocentemente retira o transfiere bienes que están asociados con una transacción fraudulenta como el abuso de personas mayores, su institución puede ser considerada responsable por los bienes faltantes. Los profesionales de la estafa no son los únicos abusadores. En la mayoría de los casos, el abuso proviene de un amigo en quien se confió, la persona que lo cuida, un asesor profesional, una institución o un miembro de la familia, especialmente el caso de los hijos o nietos. Incluso una mala economía puede hacer que la gente buena haga cosas malas. Muchas veces, la humillación que siente la víctima es tan inmensa que el abuso nunca es reportado. A medida que este tipo de abuso continúa aumentando, debemos ser conscientes y estar atentos cuando cumplimos con nuestras tareas. Debemos buscar señales de alerta de abuso, vigilar las situaciones vulnerables, aprender acerca del abuso financiero de las personas mayores y qué puede hacerse para impedirlo. Participante involuntario se convierte en víctima Caso 1: “Ángela” era una mujer de 60 años que sufría de esclerosis múltiple. Cuando su enfermedad tuvo un avance tal que le impidió valerse por sí misma y no poder ocuparse de sus asuntos financieros, se le nombró un administrador. El administrador contrató a un empleado contable para que le ayudara con los asuntos financieros de Ángela y además contrató a una persona que la cuidaba y asistía con sus necesidades diarias. Luego de la muerte de Ángela, el administrador descubrió que la persona que la cuidaba tenía en su posesión la chequera y la tarjeta para acceder a través del cajero automático (ATM, por sus siglas en inglés) a la cuenta de Ángela. Había extracciones mensuales realizadas con la tarjeta ATM a pesar de que el administrador le había entregado dinero para atender los gastos de caja chica. Las extracciones eran realizadas poco después de que los cheques del beneficio de Seguridad Social de Ángela eran depositados directamente. El administrador descubrió que cheques que aparentaban estar firmados por la persona que la cuidaba, y que había utilizado el nombre de Ángela. Lo que aún era más sospechoso era que había algunos cheques preparados por la persona que la cuidaba y que habían sido firmados por Ángela. La persona que la cuidaba sabía que Ángela tenía un administrador designado y que ni ella ni Ángela tenían la autoridad para retirar fondos de la cuenta de Ángela. Todas las cuentas del banco eran administradas y conciliadas por el asistente contable, quien era, coincidentemente, amigo de la persona que cuidaba a Ángela. El asistente contable conocía la relación y no informó ninguna de estas transacciones al administrador. El banco no se dio cuenta de que una persona que tenía un administrador designado estaba firmando los cheques, independientemente de si las firmas eran auténticas o no. También pasaron por alto las extracciones realizadas periódicamente por el cajero automático. hecho, le quedó muy poco para atender a las necesidades de su cuidado. Pete generalmente transfería sus préstamos y los bienes de su madre de una institución financiera a otra. La institución que abría sus nuevos préstamos y cuentas veía con agrado recibir su negocio y no hacía preguntas acerca de los antecedentes bancarios de Pete. Al final, fue imposible para la institución financiera determinar quién era el dueño beneficiario. Caso 3: “Kate” tenía 90 años. Diez años antes conoció a “Bonnie” en una galería de arte a la cual Kate gustaba visitar. A medida que Kate comenzó a deteriorarse física y mentalmente, Bonnie convenció a Kate para que la contratara para que la cuidara. La familia de Kate vivía en Georgia. Cuando se enteraron de la situación de Kate, presentaron una petición ante el tribunal para proteger los bienes de Kate y se los designara como sus administradores. Lo que se enteraron los dejó atónitos. M