#SoyUNEVErsitario Revista #SoyUNEVErsitario Número 22 | Page 12
México está en sus museos…
Museo de la Ciudad de México
algo más que la historia
de una ciudad
Angélica María Razo González
Gerontología
El templo de Jesús Nazareno, tiene una fachada barroca
en su exterior y al interior se encuentra el mural Apocalip-
sis de José Clemente Orozco pintado en el techo. En esta
iglesia hay una placa que dice que ahí se encuentran los
restos de Hernán Cortés cuya existencia se mantuvo en
secreto durante muchos años, pues se pensaba que este
personaje tan controvertido era odiado por un gran
número de personas que podrían profanar la tumba. Al
parecer los restos fueron exhumados a mediados del
siglo pasado, y a la fecha hay quien duda de que perma-
nezcan ahí.
Pero volvamos al histórico encuentro entre Cortés y Moc-
tezuma, del que queda el relato del propio Cortés en la
Segunda Carta de Relación enviada al Emperador de
España Carlos V, el 30 de octubre de 1520:
Si recorremos la Avenida de José María Pino Suárez en el
centro histórico descubriremos que es mucho más que
una simple calle de zapaterías y tiendas de ropa, es una
de las calles más antiguas de la ciudad de México (conti-
nuación de la calzada Iztapalapa, ahora Calzada de
(Tlalpan), por donde entraron los españoles al mando de
Hernán Cortés, a la Gran México-Tenochtitlán, para
reunirse con el Emperador Moctezuma II por primera vez
el 8 de noviembre de 1519, como lo documenta la placa
de cantera que se encuentra en la esquina de las calles
del Salvador y Pino Suárez. En ese lugar se localizan
también dos edificios históricos, el Templo de Jesús
Nazareno y el antiguo Hospital de Jesús, el primero de
toda América, fundado en 1524 por el propio Hernán
Cortés y hasta la fecha todavía en servicio.
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Julio 2019
Pasado esta puente, nos salió a recibir aquel señor Mute-
zuma con hasta doscientos señores, todos descalzos y
vestidos de otra librea o manera de ropa asimismo bien
rica a su uso, y más que la de los otros, y venían en dos
procesiones muy arrimados a las paredes de la calle, que
es muy ancha y muy hermosa y derecha, que de un cabo
se parece el otro y tiene dos tercios de legua, y de la una
parte y de la otra muy buenas y grandes casas, así de
aposentamientos como de mezquitas, y el dicho Mutezu-
ma venía por medio de la calle con dos señores, el uno a
la mano derecha y el otro a la izquierda, de los cuales el
uno era aquel señor grande que dije que había salido a
hablar en las andas y el otro era su hermano del dicho
Mutezuma, señor de aquella ciudad de Iztapalapa de
donde yo aquel día había partido, [...]”.