SOPLOS 1 - 2010 | Página 42

BUENOS AIRES Hoy visito la ciudad que mueve mareas, la de mil facetas, la de muchos trucos. La que sedujera con sus aires buenos a aquel que llegara a probar sus frutos. La misma que diera de lucha sus hijos. La que alzó la bandera ardiente en un grito La criolla más fiera, la mina tanguera. Hoy: todos en inglés sus muros escritos. La ciudad que llama, que atrapa, que envuelve y destila en la frente vapores de apremio de apurados uniformes de grandes señores vacíos de alma, y de poder enhiestos. La ciudad que brilla colores de noche en los altos frentes de luces insomnes y cobija ocultos entre suelo y cartones a los que corren prisas de otros tenores. La ciudad que fuera morada de todos. Vientre de arrabales y malevos torvos. La que canta dulce como una sirena y aprieta tu mano pidiendo que vuelvas. LA SANGRE DE LA TIERRA Torrentes de sangre rasgan la pintura la tierra vomita su fuerza sin hiel son truenos de vida que surgen y afloran  para dar color al paisaje otra vez. Rugiente, desliza su savia la tierra abarca las piedras que enmarcan su riel, hasta que arribas, elegante señora, al dique que acuna en su seno tu ser.   Estarás, paciente, esperando el viaje, grabando las fotos de un cielo añil, teñida de verdes, ocasos y flores, más que agua: sangre, que anhela surgir.