UN HIJO DEL ALMA
Estatua griega, figura erguida, dilecta.
Tu andar destaca del tumulto
y tu serena prisa te da prestancia,
la de los sabios, la de los dioses,
de la frescura de tu alma.
Brillan cristales del sol en tu sonrisa
que hacen de fresa tu boca franca;
No hay miel más dulce que en tu mirada
cuando te abres a la vida espiando
lo que depara el mundo de madrugada.
Los años te hicieron ya un hombre
Con puño de acero y voz templada.
No puedo creer que seas el mismo
que impregnó el sótano de andanzas.
Tus juegos te buscan por los recuerdos
de los rincones de nuestra casa.
Si Dios hiciera travesuras
y me concediera la gracia
de ser tu madre por completo,
con mi cuerpo y con mi alma
quisiera que fueras tal cual eres,
y hagas otra vez todo, como si nada.