MI DULCE PRINCESA
MI ABUELO ELEGIDO
Su varita le da a las hadas
toda la magia y belleza
para que velen los sueños
de aquellos que tiene cerca.
Con solo abrir sus ojitos
de almendra y de hierbabuena
los rayos del sol acunan,
las penas y las tristezas.
Es que hubo un Dios aparte
que construyó su alma buena?
O es que hay duendes rondando
que le ayudan en las proezas?
No me expliques, no preguntes
de su temple la entereza;
nadie sabe si es humana
o un ángel aquí en la tierra.
Si sientes música en las manos
cuando recibes sorpresas,
o te huele el aire a chocolate,
es sólo que ella está cerca.
Es que hubo un Dios aparte
que construyó su alma buena?
O es que hay duendes rondando
que le ayudan en las proezas?
Ni lo pienses, no te turbes…
y disfruta su presencia.
Tiene alma de virgen santa
y se llama Macarena.
Cuando era niña como otros niños,
tuve yo a tres abuelos.
Dos me los dio el destino, de la familia vinieron.
Otro me lo dio Dios, la Vida, y aún lo tengo.
A su paso largo conocí muchos lugares de ensueño.
De su voz oí historias de guerras y de muñecos.
De sus manos tuve las fuerzas de cariños y desvelos.
No hubo duda ni desgano, solo amor y fuerte apego.
queriendo que sea grande,
muy grande, pero por dentro.
Se erguían las mañanas saludando su sombrero;
se endulzaban las mesas con su rostro siempre tierno.
Que el ahorro, que el trabajo, de Señores el respeto;
que las damas, los cuidados, y por qué los caballeros…
Sus saberes infinitos brotaban, y sin saberlo,
tuve a un sabio en mi casa acuñando mi crecimiento.
Mi poca madurez no quiso que le saque más provecho,
pero hizo huella en mi vida su ser de algodón y hierro.
Un día se fue sin prisa, volando a surcar el cielo.
Cuando lo vea le digo: Don Julio ¡Cuánto te quiero!