Un círculo vicioso
El descubrimiento de McNay y sus colegas tiene importantes implicaciones en el futuro desarrollo de terapias para tratar o prevenir el alzhéimer. Hasta ahora se pensaba que su relación con la diabetes se limitaba a los problemas del hipocampo para asimilar la insulina, pero este experimento apunta directamente a los oligómeros de beta-amiloide, que parecen impedir que el hipocampo reciba correctamente ésta.
Todo el mundo cree que la acumulación de beta-amiloides es la consecuencia del deterioro cognitivo que causa la diabetes, pero en realidad podría ser la causaSabemos gracias a anteriores investigaciones que las enzimas que descomponen la insulina y los oligómeros de beta-amiloide son las mismas. Cuando hay un exceso de insulina en el cuerpo, y esto es algo que ocurre siempre en los pacientes de diabetes tipo dos, las enzimas trabajan a marchas forzadas para descomponerla. Dado que las enzimas se tienen que concentrar en su trabajo con la insulina, los beta-amiloide acaban formando acúmulos (o placas), y estos impiden el acceso de la insulina a los receptores del cerebro. Es la pescadilla que se muerde la cola, teniendo en cuenta que, además, la mayor parte de tratamientos de la diabetes pasan por inyectar más insulina en el cuerpo.
“Creemos que nuestro tratamiento neutralizó los oligómeros y éstos dejaron de bloquear el acceso de la insulina a sus receptores”, ha explicado McNay. “Todo el mundo cree que la acumulación de beta-amiloides es la consecuencia del deterioro cognitivo que causa la diabetes, pero en realidad podrían ser la causa”. En definitiva, el deterioro de la memoria provocado por la diabetes es, en realidad, la primera fase del alzhéimer.
El alzhéimer podría prevenirse
Si las conclusiones de McNay son ciertas, y parecen serlo, el panorama que nos espera no es nada agradable. Todos esperábamos un crecimiento del número de pacientes de alzhéimer, debido al envejecimiento de la población, pero aún mayor es la prevalencia que se espera de la diabetes. Hoy en día hay unos 382 millones de pacientes de diabetes tipo 2 en todo el mundo: para 2035 se cree que podría llegar a los 592 millones.
Pero no todo son malas noticias. En primer lugar, la investigación abre la vía al desarrollo de nuevas terapias que, si bien no podrían curar el alzhéimer, si podrían retrasar la aparición de deterioro cognitivo en los pacientes de diabetes. Sabemos que existe un grupo de riesgo, y se podría generar un anticuerpo que, de forma preventiva, se administrara a los pacientes de diabetes tipo 2.
En segundo lugar, sabemos que la diabetes de tipo 2 se puede prevenir de forma muy eficaz con unos hábitos de vida saludable. Si una parte importante de los casos de alzhéimer están provocados por la diabetes (otra parte, por desgracia, parece hereditaria), podemos preocuparnos, sencillamente, por no padecer ésta: comiendo mejor y haciendo ejercicio.