Pasaron tres meses y Sarah seguía sin aparecer. Los familiares y
amigos vivían permanentemente preocupados y la policía no
conseguía encontrar ninguna pista. Las amigas de Sarah le habían
dado la pulsera a su madre la misma noche en que desapareció y
no se la quitaba por nada.
El Halloween del siguiente año, las amigas de Sarah fueron a la
misma fiesta. Cuando sonaron las doce de la noche, se apagaron
todas las luces y calló la música. Todos estaban confundidos y
algunos empezaban a asustarse.
A los diez minutos, se encendieron las luces y se vio el cuerpo de
Sarah colgado del techo con lo que llevaba puesto la última vez que
se la vio, un disfraz de ángel diabólico.
Luego se volvieron a apagar las luces. Es ahí cuando la gente se
aterrorizó de verdad. A los cinco minutos volvieron a encenderse y
el cuerpo de Sarah ya no estaba. Pero a cambio, había tres
personas colgadas del techo. Uno de ellos era amigo de Sarah. La
gente empezó a salir de la discoteca alarmadísima.
Dicen que cada Halloween, en esa discoteca, aparece el cuerpo de
Sarah pendiendo del techo, luego desaparece y se ve a tres
personas diferentes colgadas.
Cuidado con el ángel diabólico.
Jenny Ramírez Mariné