Los espíritus de medianoche
Esa noche Raquel y sus amigas jugaron a la ouija, sí, como un
juego, ya que ninguna creía en ello.
-¿Estás entre nosotros?- preguntó una de las chicas, pero no
ocurrió nada.
-Espíritus, si estáis ahí, dadnos una señal- dijo Raquel. Entonces se
movió la puerta chirriante y vieja que tenía Raquel en su salón.
Luego hablaron de distintas cosas: cotilleos, chicos, etc. Hasta que
llegó la noche; todas dormían juntas en casa de Raquel. Ella no
pudo conciliar el sueño; soñaba que unos espíritus malignos la
perseguían, y entonces despertaba del sueño aterrada. Se levantó
a tomar un vaso de agua y lavarse la cara, pero justo cuando se
miró al espejo, vio que aparecían unas gotas de sangre en él.
-¿Que será?- se preguntaba Raquel, ya que era muy extraño.
Levantó a sus amigas y las llevó a que lo observaran. Pero cuando
llegaron, todo estaba normal; pensaban que Raquel se estaba
volviendo loca desde la ouija. Quizás era verdad.
Raquel seguía sin poder dormir. -¿Qué me pasa? - se preguntaba.
No lo sabía ni ella.
Volvía a levantarse, de nuevo para lavarse la cara, pero esta vez en
vez de ver una mancha vio una sombra negra detrás de ella.