-Will, - dijo ella con una cara que se asemejaba al metal candente¿qué narices haces en mi casa la noche que doy una fiesta, sin que
yo te haya invitado?
-Verás…- Will comenzó a sonreír con toda la maldad que posee un
niño cuando ve que su travesura ha surgido tal y como planeaba- tu
compañera de piso nos invitó…
-¿Has dicho… – preguntó, ella con una cara de sorpresa tan
iracunda que heló la sangre de Will un instante.- ¿”nos”?
Sim y Eph se asomaron con una sonrisa de oreja a oreja, y con total
descaro saludaron sin decir ni “mu”. Las tres figuras entraron a la
casa, la cual no estaba tan llena como se habrían imaginado en un
principio los jóvenes, tan solo había una treintena de personas
como mucho, y la casa era grande, demasiado grande para tan
pocas personas. Daba la sensación de que eran pequeñas migajas
en un plato demasiado grande, el cual ya nadie quería, o el cual
nadie estaba dispuesto a comer de él.
Sim se acomodó contra una pared, no muy alejada de la puerta,
acechaba como un lobo, sin quitarle ojo. Will se había hecho con un
taburete, el cual probablemente habría cogido de la cocina, también
llevaba una botella que nadie estaba vigilando y cinco vasos
medianos que, como supondréis, sus dueños no los custodiaban
con suficiente atención. Eph, en cambio, parecía exasperado por el
simple hecho de estar en aquella fiesta; se sentía como una aguja
en un pajar, o como una hoguera en el mar, solo y en constante
peligro.
Los tres jóvenes empezaron a beber y a hablar. Will mascullaba
debido a la bebida, la cual contenía alcohol, mientras que Sim se la
bebía sin hacerle muchos ascos, más bien se regodeaba de no
tenerle ningún asco, y como la fiesta no prometía simplemente
bebían y hablaban.
Pasó el rato, y Sim y Will comenzaron a preguntarse lo mismo,
“¿dónde está ella?”
La fiesta seguía siendo ruidosa y
embriagadora, pero continuaban sin tener ningún motivo para fingir