Skapa't | Page 97

Sobre la hipocresía de las manifestaciones en Europa____________________________________ Badalona, 20 de marzo de 2020 Queridos conciudadanos: Os escribo porque echo de menos los ríos de gente que recorrían Barcelona hace tres años cuando la crisis de los refugiados estaba en auge y abría los telediarios. Por aquel entonces, el gentío recorría metros y metros con unos carteles azules alzando sus lemas y gritando indignados. Recuerdo también como el año pasado nos rebelábamos contra un presidente que pretendía construir un muro que cerrase su país a los immigrantes del sur, mientras la valla de Melilla no hacía más que enroscarse en espinas. Solo han transcurrido algunos meses desde cuando nos parecieron intolerables las acusaciones contra los mal apodados menas. Yo os pido: No olvidemos nuestra indignación ante aquellos hechos, porque se siguen repitiendo hoy en día. Y sin embargo, hoy importan más las protestas por la contaminación y el día de la mujer. Es comprensible. ¿Cómo vamos a preocuparnos por algo que pasa tan lejos con la de problemas que tenemos aquí? Por esto es que digo que está muy bien salir a reivindicar derechos y hacerlo a menudo. Es necesario, por supuesto. La cuestión está en lo que pasa cuando se acaba la manifestación. La mayoría de la gente vuelve a casa cansada pero contenta por haber contribuido a hacer un mundo mejor. Procuran desalojar las calles de forma ordenada, aunque lo más rápido posible, especialmente si el acto ha tenido lugar de noche. Cogen el coche y pasan por calles concurridas donde no falta algún que otro mendigo. Ellos no lo saben pero a veces una mujer extranjera se encuentra allí. Esa mujer ha huido de su país por una guerra que busca petróleo. Se ha casado con un hombre de nacionalidad española que resultó tener la voluntad débil con la bebida. Pronto él perdió el trabajo. Tarde, solo y borracho llegaba a casa. Ella huyó con sus dos hijos para evitar ser una más. La repudió su familia y no se atrevió a confesarlo en su comunidad. ¡Pobre