Mi decisión más dura________________________
Nunca he tenido amigos. Desde mi nacimiento creé una relación de amistad con un
muñeco que mis padres me regalaron, Tod. Siempre soñé con tener un buen amigo,
pero no imaginé que sería un muñeco.
Tod me acompañaba a todos los sitios. Una tarde en el parque de atracciones, una
noche de cine en casa, una comida familiar...etc. Durante mucho tiempo, Tod fue mi
mayor apoyo y mi mejor consejero. Crecí con él compartiendo experiencias y risas, pero
un día todo esto cambió. Tod ya no se encontraba como al principio, su apariencia era
desgastada y triste. Además, había sido víctima de varios accidentes: Una tarde, en el
patio de casa, mi perro le arrancó una pierna mientras jugaba con él; un día de lluvia,
Tod se me cayó a un charco de barro pringoso del que no pude sacarlo a tiempo. Así
mismo, por el uso y el tiempo que llevaba conmigo, muchas partes de su cuerpo estaban
descosidas o rotas.
Cuando cumplí nueve años tuve que tomar la decisión más difícil. La noche anterior,
mantuve una larga conversación con Tod. Me hizo reflexionar sobre que ya había
llegado su hora, y era el momento de hacer nuevos amigos. Durante todo el día pensé
en si guardar a mi mejor amigo un tiempo más o deshacerme de él.
Finalmente comprendí que debía pasar página y darle a Tod el final que se merecía, y
que, desesperadamente, él me había pedido. Fue una decisión dura, pero entendí que
lo mejor era quedarme con las experiencias y recuerdos a su lado y centrarme en la
gente que se encontraba a mi alrededor. Así descubrí que las personas no eligen nacer,
pero deberían poder elegir cuándo morir si sienten su vida como terminada.
María Sabin Bonilla
2º de Bachillerato B
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