gravemente y al poco murió. Gloria, cumpliendo las últimas voluntades de su abuela, corrió
muy lejos de aquel reino, desapareciendo por siempre. Durante años fue vagando por
diferentes lugares, de pueblo en pueblo, conociendo todos los reinos que se le antojaban,
haciéndose pasar por una vagabunda que vivía de la caridad de los demás. En uno de sus
pueblos conoció a un joven viajante, apuesto y soñador, que se hacía llamar Baetulo, del que
se enamoró profundamente. Estos días fueron felices para Gloria, viajaba en la clandestinidad
con su amado por diferentes sitios que le fascinaban. Ella, loca de amor, le contó su gran
secreto a Baetulo, lo que supuso un grave error que le costó la vida. Baetulo resultó ser un
miembro de la Iglesia, que se hacía pasar por viajero, enamorando a muchas mujeres para,
si tenían algún secreto oculto, confesaran y fueran llevadas a la hoguera por brujas, algo
común en la época. La princesa, víctima de la religión, fue quemada viva en el fuego por tener
esos poderes, considerados malignos por la Inquisición.
Las habladurías cuentan que aquella mujer, antes de arder, juró vengarse un día de todo
aquello que ahora le estaban haciendo pagar, ya que su magia no tenía nada que ver con lo
oscuro, lo demoníaco o lo perverso. Resulta ser que, según lo que consta en los registros del
Vaticano, fue quemada en enero del año 1420, hace exactamente 600 años. Dicen que Gloria
despierta cada cien años y provoca un fuerte temporal, que arrasa con todo, descargando su
furia contra todos aquellos que un día la quemaron injustamente.
Marc Ortega Fernández
1º de bachillerato B
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