nuestra nueva vida ya que, aunque no viniéramos de un país muy rico, nosotros vivíamos
bastante bien. Además, habíamos huido con la idea de encontrar una mejor vida y esta desde
luego no lo era, eso sí, por lo menos no caían bombas.
Así pasamos un par de años hasta que una tarde, cuando estábamos en la puerta de uno de
los supermercados en los que solíamos pedir, vimos cómo a un señor que pasaba por la calle
se le cayó la cartera al suelo. Nosotros, que lo vimos desde la puerta, nos levantamos con la
intención de devolvérsela, pero él rápidamente se montó en un taxi y se marchó. Al no poder
devolvérsela, la abrimos y nuestra sorpresa fue que en el interior había un dineral, nunca
habíamos visto tanto dinero junto. A pesar de las condiciones en las que vivíamos, nuestra
conciencia nos impidió quedarnos con ella. Así que miramos la dirección en su
documentación y fuimos a entregársela a su dueño.
El señor, que resultó ser un conocido y adinerado escritor, en señal de agradecimiento decidió
pagarnos una educación y dedicarnos su próximo libro llamado Diario de un emigrante, que
comienza así:
“Acababa de comprarme el nuevo Call of duty black ops III, un conocido juego para consola...”
Nilo Aranda García
3º de ESO A
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