La fantástica obra de Federico García Lorca nos transporta directamente a la Andalucía
profunda de los años cincuenta. Podemos notar cómo las palabras nos penetran
profundamente y nos hacen sentir el dolor de una raza gitana la cual está siendo víctima de
un abuso de poder por parte de la autoridad.
Pese a la sencillez del decorado y la puesta en escena, tan solo una hilera de butacas como
las de la platea del teatro y un fondo negro, Núria Espert consigue inundar el escenario con
su presencia y pasión. Narra cada uno de los poemas desde lo más profundo de su alma,
casi poseída por el papel que interpreta. Sin duda, una actuación magistral que algunos como
yo hemos tenido el privilegio de ver por primera y, seguramente, por última vez, debido a que
la actriz ya ha cumplido los 84 años de edad.
Si me tengo que quedar con una de las
composiciones, definitivamente me decanto por el
Romance de la luna, luna. Puede que sea debido
a que es una de las obras trabajadas en clase o
tal vez es una predilección sin motivo. Sea como
fuere, este poema me cautivó por completo. La
maravillosa interpretación de Núria Espert nos traslada a esa fragua y nos hace sentir la
angustia y el miedo a la muerte. Una maravilla.
Por último, quisiera destacar los toques personales que la actriz le da al espectáculo,
introduciendo vivencias y anécdotas que hacen la conexión con el público más cercana y
familiar.
Pese a que no es el tipo de obra que tengo en mente ir a ver para pasar una buena tarde,
quedé bastante sorprendido. Me quedo con una buena experiencia y animo al público más
jóven a vivirla, ya que solemos rechazar y menospreciar este tipo de contenido literario tan
purista, porque es uno de esos espectáculos que se tienen que ver alguna vez sí o sí.
Martí Gómez
1º de Bachillerato A
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