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Romance sonámbulo la actriz nos explicó pequeñas anécdotas de Alberti preguntándole a Lorca su significado: “Eso no lo sabe nadie, Rafael”. Núria nos recitó prácticamente todo el Romancero, y cerró el espectáculo con Poeta en Nueva York. Espert no solamente recitó los poemas: ella fue capaz de transmitir los sentimientos, los misterios y la magia de la palabra del gran García Lorca. Una de las cosas más difíciles del teatro es crear intimidad, pero para esta gran actriz eso no fue complicado ya que creó la atmósfera necesaria para enganchar al público. El escenario era idílico. Todo estaba oscuro y había algunas butacas, en las que la actriz aprovechaba para sentarse y cambiar de posición a lo largo de la obra. La iluminación ayudaba muchísimo a crear intimidad y, además, esta cambiaba de color según la intensidad del fragmento que estaba siendo recitado. La música era también un elemento clave, ya que nos ayudaba a imaginarnos con detalle las escenas que Lorca había escrito en su Romancero: rasgueos de guitarra, tambores, y la voz de Paco Ibáñez en la Canción del jinete. Sinceramente, haber tenido la oportunidad de haber ido a ver a Núria Espert me parece una maravilla. Lo bien que lo hizo y todo lo que hacía sentir ayudaba a evadirse de un público que no se comportó con el respeto que una gran actriz como ella se merece. Recitó los poemas con tanta fuerza e intensidad que resultaba fácil imaginar al mismo Lorca recitándolos. Me gustó muchísimo y me alegro poder decir que yo sí he visto a Núria Espert haciendo arte en vivo y en directo. María Valenzuela 1º de Bachillerato B *****