El gran ignorado____________________________
Badalona, 6 de marzo de 2020
A toda aquella persona perteneciente al mundo en el que vivimos:
¿Cómo es posible que estemos destruyendo progresivamente nuestro hogar cuando es
el que nos da vida? ¿Acaso desaprovechamos esa exquisita comida cuando más
hambre tenemos? Es evidente la respuesta, igual que nunca demolerías los cimientos
de tu vida.
¡Oh Tierra nuestra! ¡Oh mundo nuestro! ¡Te queremos, pero no te valoramos! Somos
ignorantes e hipócritas al querer vivir matándonos, al querer sobrevivir acabando con lo
que nos da vida, al no cuidar lo que más necesitamos, y mucho menos al no fortalecer
las paredes de nuestra habitación.
Llenamos nuestros mares y bosques de nenúfares residuales, convertimos nuestros
pulmones en el infierno, incentivamos el hambre de tierra al mar o convertimos en tóxico
lo que nos deja respirar como si una madre negase el alimento a su propio hijo.
Pero lo peor es que no creemos en su existencia; mientras, afirmamos que el hielo se
derrite si aumentan las temperaturas, que el helado se deshace, que el calor asfixia
como el plástico a los peces y que el tiempo es más cambiante que el humor de las
personas. Además, no luchamos por el cambio; creemos en que si uno no colabora, no
afectará mientras los demás lo hagan, pero la realidad es que el proceso es una receta
de cocina en la que si falta un ingrediente, el resultado no será el esperado ni el deseado.
Creemos que la lucha es de los demás y no nuestra, como si un reloj funcionase sin
tener uno de sus engranajes.
Y por la pasividad de la multitud, se ha llegado a tal punto que una joven estrella de mar
ha aparecido de los mares suecos nadando a contracorriente para dar ejemplo a todos
los tiburones políticos, que teóricamente deberían ejercer su poder y luchar por el
bienestar de todos.