Tempus fugit_______________________________
Querida sociedad del siglo XXI:
Me ha sido necesario escribiros para expresar unas preocupaciones que perturban mis
sueños más profundos. Desde hace días, mientras deambulo por la ciudad con la brisa
fría que hace arder mis mejillas, contemplo cómo la vida y el tiempo pasa, y a la vez
cambia. Me doy cuenta de la espinosa situación que se avecina. Siento tristeza al pasear
y observar la adicción que tienen las personas jóvenes a las nuevas tecnologías, que
les privan de adorar la vida real como décadas atrás se hacía. Me indigna ver cómo la
nueva sociedad está presa de un mundo ficticio del cual no se pueden separar. Me
alarma pensar que mis descendientes no puedan disfrutar de la vida como yo lo hice en
mi mocedad, una vida alegre y difícil, sin estar sometido a ningún artilugio. Me entristece
ver los parques desiertos sin ningún muchacho correteando y jugando en el mundo real,
me parece muy deplorable que los niños prefieran sentarse en un banco y jugar con los
perversos dispositivos que hacen deslumbrar lo que realmente se hace en un parque.
Con todo esto, no quiero decir que las tecnologías sean la perversidad jamás inventada,
sino que quiero sensibilizar a todas las almas, que no se alimenten únicamente de esta
novedosa invención, ya que la realidad no se encuentra detrás de una pantalla sino que
la realidad está delante de nuestros ojos. Los nuevos aparatos son útiles para afrontar
y resolver problemas que nos contemplan, pero no debemos priorizarlos, no debemos
invertir más tiempo en ellos que en nuestros seres queridos, ya que la vida es como un
libro que tiene un principio y un final; con esto quiero decir que un libro tiene una historia
finita, al igual que la vida, por eso, se debe aprovechar el tiempo y los momentos al
máximo y no gastarlo en aparatos artificiosos.