Un mundo consumido_______________________
5 de junio de 2020, Nueva York
Ciudadanos, o mejor dicho, vecinos:
Me gustaría expresaros que, al igual que la mayoría de vosotros, disfruto con un paseo
mañanero por los parques de nuestra ciudad, el Bryant Park o el famoso Central Park,
como si fueran bellos prados cubiertos de verde. Pero hay veces en que me veo
abrumado por desechos, de distintos tamaños, que como intrusos dificultan mi paso y
perturban mi paz interior, manchando y quebrantando la pulcritud de estos lugares.
Además, paseo por el centro de la ciudad, en busca de ver algo que me pueda maravillar
en los cientos de escaparates, pero siempre bajo la sombra del humo de los vehículos
antiguos, que usan su tubo de escape a modo de arma contra la pureza del oxígeno. Y
¿qué decir del calor que sufrimos? Ya no nos hace falta estar en pleno verano para
conseguir derretirse como los helados que tanto nos gusta saborear. Tampoco serviría
como remedio ir a las magníficas playas de Brooklyn, puesto que mezclarse entre sus
aguas sería equivalente a buscar dentro de un contenedor algo provechoso, dándonos
cuenta de que, en realidad, solo hay inmundicia. También, como amante de los
animales, expreso mi ira ante de la pérdida de biodiversidad, iniciando una guerra fría
contra los incendios, los polos fundidos, el quebranto del agua, etc. De hecho, si alguno
de nosotros quisiera viajar a la Antártida, probablemente se encontraría en un espacio
hueco, con una sensación similar a cuando te sirven un refresco sin hielo: incompleto,
inacabado.
Asimismo pasaría si el destino fuese Australia, llegaríamos a un lugar devastado, forjado
a rojo fuego, incendiado por el pábilo de la acción humana.