Racó literari
HISTORIA DE UNA ASESINA
-Sí, tienes razón -admitió.
-Sé que no es fácil enfrentarse a la verdad, pero tenemos que hablar de
esto, Julia. Nosotras estuvimos todo el tiempo sentadas en el salón.
Seguíamos en el mismo lugar cuando llegaron los invitados, y tanto tú
como yo sabemos que a partir de ese momento Anaïs no pudo ser
asesinada porque todos los sospechosos se encontraban en el salón.
- ¡Cállate ya! -gimió la hermana mediana (que, después de la muerte de
su hermana, se había convertido en la hermana pequeña).
-La persona que se llevase a Anaïs de la casa, junto a su cama debió de
salir por la puerta principal; es la única forma.
-Eso no es verdad. Hay más opciones para salir de la casa sin ser visto.
-Sabes que no es posible. Si algún invitado hubiese cogido la llave de la
puerta de atrás, lo hubiéramos visto.
-Intrusos -murmuró Julia.
- ¿Qué?
-Los has llamado invitados. Yo los llamo intrusos. Uno de ellos ha
asesinado a nuestra hermana, así que son intrusos.
-Julia, tienes que decir la verdad. A mí y a ti misma. Desde donde
estábamos sentadas, si alguien hubiese salido, lo hubiéramos visto. ¿A
quién viste, eh? ¿A quién vimos?
La hermana mediana no abrió la boca.
- ¿Por qué te niegas a admitir la verdad? Sabes a quién viste salir por la
puerta de entrada-insistió Helena. -Sé que lo sabes, porque sé que viste
lo mismo que yo vi. Y yo lo sé.
-No vi a nadie -balbuceó Julia.