Racó literari
HISTORIA DE UNA ASESINA
Nadie supo nunca lo que Olivia iba a decir a continuación, porque algo
horrible pasó.
“¡Socorro!” gritó una voz proveniente de fuera de la casa.
“¡Madre mía! Ya está otra vez vuestro padre dramatizando…” especuló
Olivia, a la vez que se frotaba la frente con desesperación.
“Mamá, esa no es la voz de papá” le informó Julia.
“¡SOCORRO!” oyeron de nuevo.
“Tiene razón. Esa no es la voz de papá” dijo esta vez Helena.
Y en el momento en que se iban a levantar para ir a echar un vistazo,
vieron caer a un hombre por la ventana. Igual que le pasó a Luis
Moreno.
“¡Dios mio! ¡Es el rajaculo que vino antes! ¡Al que ayudó Anaïs!”
La pequeña de la casa emitió una leve risilla. Su madre y sus dos
hermanas se miraron, pensando lo mismo: ¿Y si lo había matado Anaïs?
“A mí no me miréis. Yo no lo he matado. De todos modos, no es más
que un rajaculo. Su vida no le importa a nadie” explicó.
Olivia se culpaba a sí misma por la muerte del rajaculo, que resultó
llamarse José Álvarez. Helena y Julia tenían claro que, para sus padres,
no había duda alguna de que Anaïs había matado a aquel hombre, así
que ellas tampoco lo ponían en duda. Era innegable que todas las
personas que se acercaban a Anaïs tendían a caerse por ventanas y
matarse.
Oficialmente, la muerte del señor Álvarez había quedado registrada
como accidente. Pese a eso, tanto la familia García Sánchez como la
policía local, sabían la verdad (solo que no podían demostrarla).