En aquellos años me quedaba al comedor dos días a la semana. Un día, para pasar el
rato con dos de mis amigas, quedamos en hacer tonterías para hacernos reír las unas a
las otras. Allí estaba Dámaris, de ojos azules, pelo castaño, chica muy inteligente y
físicamente muy flexible. También estaba Judith, de ojos marrones, divertida e
inteligente y nada pero nada flexible.
Ambas intentaban hacerme reír: empezaron a dar vueltas, se cayeron al suelo, hicieron
la croqueta, se levantaron y colocaron una encima de la otra... y yo seguía sin reír. En
una de las piruetas, Dámaris se abrió de piernas. Judith también lo intentó pero no lo
consiguió. Todavía recuerdo la cara de dolor. Yo no me lo esperaba y no pude reírme
más.
Sé que es una anécdota algo tonta
pero para mí ha sido bonito recordar a
dos amigas que conozco desde la
guardería y que ahora veo mucho
menos.
Espero tener más momentos así con ellas.
Aina Vila
1º de ESO A