Una anécdota___________________
Mi abuelo tenía un tío el cual era muy curioso, pulcro e inteligente. Cada día leía el
periódico y lo llevaba al enorme campo donde trabajaba junto a muchos otros hombres,
cortando las plantas que impedían o dificultaban el paso de personas y máquinas. En
varias ocasiones llevó a mi abuelo (que por aquel entonces tenía alrededor de 10 años)
para que viese cómo era todo y aprendiese a trabajar en el campo.
Hubo un día, de los que mi abuelo fue a acompañarlo, que de repente se puso a llover;
la reacción de todos los presentes, excepto del tío, fue ir corriendo a la finca de los
propietarios del terreno para resguardarse. El el tío de mi abuelo, sabiendo que estaba
bastante lejos de donde se encontraban preparando el campo para que las máquinas
pudiesen pasar sin problema, le dijo a su sobrino: -Antonio, espera y mira.-
Aprovechando que llevaba el diario consigo y las hojas eran bastante grandes y gruesas,
lo justo para no deshacerse, cogió un par de estas y se puso una en su cabeza y la otra
en la de mi abuelo para no mojarse.
Al cabo de uno minutos dejó de llover y todos volvieron mojados ya que había un largo
recorrido desde el campo hasta la finca y vieron a mis familiares allí tan tranquilamente,
prácticamente secos gracias a lo que hizo el adulto. Todos se quedaron atónitos al verlos
en esas condiciones cuando ni siquiera se habían movido de ahí.
Irene Rodríguez
3º de ESO B