Skapa't Juny | Page 33

deseo de unión, nos completa, nos alegra y nos da energía para convivir, comunicarnos y crear. Una vez ya sabes qué es amar, debes aplicarte en conseguir transmitir este sentimiento llamado amor a la persona receptora de estos anhelos. Para lograrlo, no debes cejar en el empeño, ya sea demostrándolo con actos o bien con palabras. Sin embargo, como es bien sabido las palabras se las lleva el viento, por lo cual mi consejo es que tus acciones hablen en tu favor. La persona amada recibirá gustosamente tus atenciones pero, ojo, no extremes en demasía tus atenciones puesto que podría darse el efecto contrario al deseado. Es decir, lo poco gusta, lo mucho cansa. Aplicaremos pues la mesura. No obstante, todo tiene su parte subjetiva y tienes que valorar y analizar cómo es el destinatario de tu amor. A continuación, mencionaré algunos consejos para atraer la atención de la persona destinataria: procura cada día mantener una conversación con ella e intenta sacarle siempre una sonrisa, interésate por sus aficiones y sus gustos. Si está apenada y no quiere hablar, dale su espacio y al día siguiente pregúntale cómo está y muéstrale afecto (un abrazo, siempre reconforta.). Cuando aprecies que intercambiáis miradas que derivan sonrisas tímidas, o cuando notes que la otra persona te busca y hay un incremento en las manifestaciones de afectos como caricias, besos o abrazos, quiere decir que ha llegado el momento. Este es el momento en el cual le has de expresar tu amor directamente, has de ser claro y conciso, sin rodeos. Le has de manifestar lo seguro que te sientes al tenerla al lado, lo agradecido que estás de poder ser tú mismo y de no tener que esconderte, el vacío que sientes cuando se va, y finalmente le confiesas tu sentimiento de orgullo por amarla. Si no puedes expresar lo mencionado, querido lector, lo que sientes no es amor. Marta Molina primer De batxillerat Narrativa en castellà (segon premi) Espiral Te cuento cómo ha pasado: Isabel, mi compañera de trabajo y a la vez compañera de bloque, me informó de que me había llegado una carta de una agencia de viajes. Sin hacerle mucho caso, seguí trabajando en mis artículos en los cuales estaba inmerso porque tenían que estar en imprenta antes del viernes. Cuando acabé de redactar, me dirigí al 2º ático del piso 34 de la calle Julio Cortázar, donde vivía en compañía de mi perro, Toby. Efectivamente, cuando entré en el vestíbulo vi que mi buzón estaba lleno. El ascensor, roto desde hacía