porque la tarde ha sido muy aburrida. No sé qué ponerme. ¿Vestido y tacones o
algo más recatado como un top con un pantalón largo? Vestido y tacones. Me
maquillo. Me veo preciosa frente al espejo. Mirada traviesa y picaresca.
Seguramente, si mi madre me viera esta noche, diría que voy demasiado
provocativa. Qué gracioso, oprimidos los hombres, es una tragedia. Oprimidas las
mujeres, es tradición. Desde siempre mi madre se ha empeñado en criar a la hija
perfecta, aquella que será una mujer íntegra y una futura esposa modelo, obligada a
cuidar de sus hijos y siendo fiel a su marido, que se pasará la vida viajando por
trabajo, dejándola desatendida en una gran mansión adinerada. Al igual que ha
hecho ella. Pero, ¿significa esto que solo puedo tener orgasmos con un hombre al
que quiero? ¿Qué horrible desierto me espera, si esto es verdad?
Se equivoca. Hoy me apetece ser mala. Para las mujeres como yo la integridad no
consiste en ser casta ni fiel, ni nada de esos anticuados conceptos. La integridad es
tener un orgasmo, tener algo sobre lo que no ejercemos ningún control.
Salgo por la puerta. Las calles están a rebosar y apenas cabe gente dentro de los
bares que ambientan toda la ciudad con su música. Entro en un bar llamado “230
Fifth”, bastante grande y con hombres muy atractivos. Pido un Martini al chico de la
barra. Me sonríe y le devuelvo la sonrisa con un guiño de ojo. Después de
acabarme la copa, decido ir a bailar. Un hombre alto y moreno se me acerca. Qué
ojazos tiene. Entre risa y risa se nota la atracción mutua. Pero ninguno hace nada.
Con la espera las ganas aumentan. Al cabo del rato descubro que se llama Aitor,
sonrío y le susurro: Jennifer. Nuestras miradas buscan nuestros labios. Nos
besamos. Tras varias horas apasionadas de baile y besos, le propongo ir a mi casa.
Por supuesto, acepta. Llegamos. La tensión sexual sobrepasa los límites. Nos
acostamos.
Me despierto. Nada de desayuno en la cama ni compromisos, Aitor se ha marchado.
Ayer solo fuimos dos desconocidos pasándolo bien sin tener que dar explicaciones
al día siguiente. Una noche fuera de lo común. Una noche únicamente para
disfrutar. Vuelvo a pensar en mi madre y en lo orgullosa que me siento de no ser
como ella. Las mujeres somos fuertes e independientes, y también queremos sentir