entiendes”. Se refería a la calle que siempre íbamos de pequeñas, pero porque
complicarse tanto en dejarlo escrito en un papel, ¿por qué no decírmelo a la cara?
Pero de todos modos fui. Cuando llegué no había nadie, Tessa no estaba, acaso
esto era una broma. De pronto, una mano me tapó la boca y me arrastró hasta una
calle oscura. Y escuché una voz que me decía:
- Elena, no tengo mucho tiempo, así que tienes que escucharme con atención.
Cole no es Cole, es decir, no es el que pensábamos. Tiene mucho más de dieciséis
años, no es el de la foto que te enseñé y por supuesto no se llama Cole.- yo no
entendía nada- Se llama Álex Sánchez, la policía lo lleva buscando años por
asesino, tienes que denunciarlo a la policía ahora y date prisa porque está al llegar.
Diles que estaremos aquí. Y ahora, corre. Y corrí todo lo que pude, creedme, nunca
había corrido tanto en mi vida fue ese momento que sale en las películas en que te
aparecen todos tus recuerdos, de los más valiosos a los más absurdos. Cuando
llegué a comisaría lo denuncié, les dije el nombre del asesino, a lo que los policías
se empezaron a armar mientras yo les acababa de explicar todo. Me dijeron que los
acompañara para indicarles dónde era esa calle y así fue. Pero cuando llegamos no
había rastro de Cole. Solo había una chica estirada en el suelo, toda manchada de
sangre, cuyo corazón ya no palpitaba. Aquel momento, con Tessa entre mis brazos
juré no descansar hasta que encontrara a ese asesino que la había matado. Ese día
decidí ganarme la vida engañando a la gente.