Skapa't Desembre | Page 8

- ¡Buenos días, mi estrella!

- ¡Mike! Dios, ¡eres horrible! Ayer llegué a las cinco de la madrugada a casa... - dije con tono molesto.

- Entonces resultó ser una buena noche, ¿no? - insinuó divertido.

- No me llames si pretendes insultarme. - Dicho esto le colgué y lo dejé con la palabra en la boca. Sabía que era en broma, pero él conocía mi situación, no debería haberme dicho eso en aquel tono.

Después de esto me volvió a llamar para pedirme disculpas; las acepté, aunque a desganas. Necesitaba una ducha, o quizás un cigarrillo. Igualmente, tomé ambos pero seguí sin sentirme mejor. Con aquella insinuación había removido cenizas del pasado.

Me acordé de Jake, él fue mi primer amor, aunque también mi primer desengaño. Le di todo lo que podía e incluso más; él lo único que hizo fue buscar placer en otros brazos y hacerme sentir como si yo fuese la culpable.

Después llegó Kilian y lo desarmó todo. A altas horas de la madrugada nos reencontremos en un bar que yo frecuentaba para ahogar mis penas en un vaso de alcohol. Empezamos a hablar, tanto tiempo sin vernos... Mi despecho era enorme y las copas de más que había tomado se encargaron del resto.

Recuerdo cuando entró en la habitación; Kilian se levantó rápidamente, no le dijo lo que se suele decir en éstas ocasiones. Sus palabras fueron las que se lo cargaron todo: “Scarlet es muy buena chica y mejor amante, no sé por qué te dedicas a buscar fuera algo que no llega a ser ni la mitad de placentero que lo que tienes en casa. Si yo la tuviese como tú la tienes, no le hubiese hecho ni la mitad de lo que le has hecho llorar.”

En aquel instante, se dirigió hacia Kilian y lo apartó bruscamente de mi lado, me cogió de la muñeca con violencia y me sacó de la cama. Recuerdo que me gritaba y zarandeaba, pero no lo que me decía.

Ahí no acabó todo. Él llamó a mis padres y le contó lo sucedido haciéndose pasar por la víctima. Mis padres no me volvieron a hablar, adoraban a ese chico, no entendían por qué le había hecho daño. Quizás por eso aún guardo tantísimo rencor a Kilian; él acabó con nuestra relación, o puede que me ayudase a dar el paso de dar fin a algo ya muerto...

Sabía bien qué era lo que pensaba Mike de lo que pudo haber ocurrido anoche, pero se equivocaba claramente. Jamás había llegado a acostar con ningún tipo de esos a los que estafábamos.

Éramos ladrones, pero teníamos cierto caché, ladrones de guante blanco, que se dice. Teníamos todo lo que queríamos sin ensuciarnos demasiado las manos: casas de lujo, joyas, coches caros... Quizás no fuese ético todo aquello que hacíamos, pero puedo asegurar que no había mejor vida que esa.

Conocí a algunos que sí que se habían acostado alguna vez con sus víctimas, ya fuese por diversión o para que no se notase demasiado la estafa. Ese no era mi estilo, había perfeccionado mi técnica mucho desde la primera vez, no me hacía falta ni siquiera acercarme a alguien para seducirle; un par de palabras hacían la magia.

Aquel tipo, Alex, me invitó a tomar algunas copas, pero no consiguió nada; era ahí donde empezaba a hacer efecto mi técnica. Cuanto más negaba, más le gustaba y más quería verme para intentar que pasase algo, pero nunca pasaba.

Quizás era bastante rastrero enamorar a alguien para después quitarle aquello que tenía, pero era una labor que se asemejaba en algo a la de Robin Hood. Nuestra ciudad antes era lo más parecido a un barrio marginal, éramos de clase obrera, de esas personas que se levantaban a las 5 de la mañana para traer algo de comer a casa. Salimos de la ruina convirtiendo nuestro barrio en una ciudad turística, trabajamos mucho para ello, nos merecimos todo lo que ganamos.

Solo fuimos niños que persiguieron un sueño y consiguieron hacerlo real, nada más. De hecho, jamás estafamos, solo nos devolvimos lo que era nuestro sigilosamente, de manera que ni se notase que desapareció. Eran ellos los que nos robaban a diario con multas, impuestos y demás.

No éramos más egoístas que ellos, al menos nosotros participamos alguna que otra vez activamente en organizaciones de ayuda a países pobres y gente en situación precaria, sabíamos lo que era.

Nuestra ciudad era una utopía de la perfección. Éramos estafadores, artistas, ladrones de guante blanco. Mentes estratégicamente unidas para ejercer el trabajo de Robin Hood.

Me levanté de la cama, llevaba demasiado tiempo tumbada cavilando acerca del porqué de nuestras acciones. Tenía que ducharme y vestirme, habíamos quedado para comer en un restaurante caro de las afueras de la ciudad.

Verdaderamente no soportaba para nada a aquel tipo, pero era de las personas más ricas que había llegado a nuestra ciudad. Era un negocio buenísimo.

Me puse un bonito vestido largo y me maquillé ligeramente, pasaría a buscarme a las doce para poder llegar bien al lugar. Tenía claro que no conseguiría nada, ni aquel día ni nunca. Pero, bueno, de ilusiones también se vive.

Un zumbido rompió el silencio de la sala, era un mensaje de Kilian. “Hola Scar, sé que no quieres saber nada de mí, pero me preguntaba si te apetecería ir a dar una vuelta por el muelle a las cinco, por los viejos tiempos. Espero tu respuesta.”

Aquel mensaje me hizo sonrojar. El muelle... ese sitio donde a la edad de siete años nos dimos nuestro primer beso... Necesitaba ir, aunque no sabía si llegaría a tiempo si iba a la comida con aquel tipo. ¿Y si la cancelaba? No, no podía hacer eso, no estaba bien.

Le diría que estaba muy cansada, que gracias por la comida y que nos veríamos otro día. Sí, eso estaba bien. Pero, ¿por qué me había emocionado tanto su invitación? No quería saber nada de él después de aquello que me hizo, pero algo en sus palabras, en su forma de mirarme, había removido lo pasado, había despertado una parte que yacía dormida en mi interior. No sabía muy bien por qué pero necesitaba de él. Estaba más que segura que sin su ayuda no se me haría nada fácil aquel chanchullo.

Llamó al timbre y me armé de valor para bajar a comer con aquel Alex... No era lo más placentero en aquel momento pero...

Aida Campozo

4º de ESO C

La novel·la

Continuació