Relatos al estilo del Romanticismo
El reflejo en el espejo
He oído rumores susurrados en voz baja por los más ancianos del pueblo en las noches
más oscuras de invierno, rodeados de sus nietos y delante de la seguridad cálida de la
chimenea. Narran una leyenda que ellos dicen que fue real, que pasó en este mismo
pequeño pueblo rural de las montañas de Cantabria, hace mucho tiempo, tal vez siglos,
cuando la mala hierba de la civilización aún no se había extendido y el mundo era
indómito, imprevisible y salvaje.
Explican que una mujer llamada Teresa, que siempre vestía de negro estricto y sus ojos
eran como las piedras del río, era infeliz con su matrimonio. Su marido la pegaba, la
maltrataba y le escupía delante de su cara insultos que después ella no se atrevía ni
siquiera a pensar sobre ellos.
Un día, estando de pie cavando en el huerto, aguantando sus ganas de dejar caer
lágrimas amargas de sus ojos, decidió que era la hora de la venganza. Se acercó a su
marido, le envolvió el cuello con sus manos callosas y le estranguló. La sorpresa se reflejó
en sus ojos y su lentitud fue su sentencia de muerte; la piel se volvió morada, sus
pulmones buscaban desesperadamente el aire y de su boca salían gritos de
desesperación e impotencia. Él forcejeaba y ella continuaba ahogándolo. Finalmente, el
hombre murió y Teresa enterró el cadáver en el huerto.
En esa noche, cualquiera podría creer en la existencia de fantasmas, demonios, hadas y
duendes. La lluvia formaba un espeso manto negro, los relámpagos iluminaban
siniestramente la bóveda celeste, el viento creaba ruidos que la imaginación de los