Relatos al estilo del Romanticismo
El gorrión
Era una noche más fría y lluviosa que lo habitual en el mes de febrero, en un barrio noble
de la ciudad de Venecia.
En uno de los palacios del Gran Canal se celebraba una elegante fiesta. Todos los
invitados cubrían su rostro con máscaras, sobre todo doradas y de tonos alegres, pero
una única era de color negro y triste, tan melancólica como la dama que la utilizaba. ¿Su
nombre? Ha quedado olvidado por el tiempo.
La misteriosa señora contemplaba el Gran Canal, que estaba frente a ella, desde un
balcón iluminado por un ci elo lleno de estrellas. La música alegre y bailable sonaba a sus
espaldas. Ella ignoraba solemnemente cualquier intento de aproximación de los
caballeros; escuchaba las risas, los pasos apresados y apreciaba mucha felicidad en las
demás personas. En el fondo, se maldecía por permanecer tan ajena al salón.
Hasta que oyó un silbido; después, una voz, la voz más melodiosa que nunca había
escuchado, la voz de su marido. Buscó el origen del sonido y solo vio un gorrión frente a
ella. ¿Estaría enloqueciendo? Probablemente.
A continuación, un pequeño barco se deslizó por el agua, el barco de su esposo, en los
tonos azules que tanto le gustaban. El gorrión voló hasta la nave, como si la invitara a
embarcar. Ella no podía volar. Sus alas habían sido cortadas tiempos atrás, pues el
mundo temía que huyera de su destino. Pero, incluso teniendo las alas cortadas, voló.
Voló alto. Voló lejos. Sonrió. Sonrió como si nunca lo hubiera hecho. Vio el mundo entero
debajo de sí. El gorrión volaba a su lado. Su amor estaba ahí, vivo como nunca.