Skapa't Desembre 2017 | Page 66

Relatos al estilo del Romanticismo Un amor eterno Las nubes cubren el firmamento, haciendo la noche más oscura de lo habitual. El olor a tierra mojada, mezclado con un sutil hedor a madera podrida, inunda mis fosas nasales y el rocío se cala en mis huesos. Mis escuálidas y temblorosas manos sujetan la rosa que le traigo. Entre lánguidos cipreses hallo el camino de piedras que me conduce hasta ella. Me agacho y deposito la flor sobre su tumba. El grabado de la fría lápida de mármol recuerda el día en que me dejó: ¡Una terrible víspera bañada en la sangre que emanaba de sus enfermos pulmones! La maldita tuberculosis la arrastró, lentamente, hasta la muerte. ¡Oh amada mía! Todavía recuerdo cómo me miraban esos ojos esmeraldas, cómo contemplaban el amanecer como si fuera el último… Se me corta el aliento al recordarte. En la penumbra de la soledad, imagino tus caricias y el desasosiego es cada vez más doloroso. Saco la petaca que llevo escondida en el bolsillo y le doy un trago para consolar mi apenada alma. ¡Oh amada mía! Aún recuerdo cómo me besaban tus suaves labios, cómo me susurraban al oído… Parece tan real… Podría ser la embriaguez, pero tengo fe en que sea tu voz cuando oigo: “Querido, no estés triste, la muerte es una barrera que nuestro amor puede cruzar”. Una suave brisa roza mi desnuda nuca y un escalofrío recorre mi cuerpo. En ese momento siento que no estoy solo y, al darme la vuelta, veo su espíritu. Me ofrece la mano invitándome a seguirla en su viaje hacia la luz. Cuando nos damos las manos para partir, me vuelvo y veo mi cuerpo que yace sobre la tumba de mi prometida. Y entonces,