Relatos al estilo del Romanticismo
Catalina
No sé si son buenas o malas, sabias o ignorantes, pero sí sé que las antiguas lenguas
cuentan la historia de un pequeño pueblo a la orilla de un río llamado Catalina. Un buen
día, en medio de un viaje, una buena mujer tuvo que dar a luz entre gritos a la orilla del
río de manera improvisada y de ahí nació la pequeña Catalina, la niña que daría nombre
al río se convirtió en santa al hacer milagros increíbles a las personas malparadas que se
cruzaban por su camino. Era la primera niña santa que se había encontrado.
Un día, la pequeña Catalina jugaba alegremente en el río cuya orilla la había visto nacer
cuando de repente vio en un hombre que pasaba por allí una cara de horror. Unos
bandoleros atracaron al hombre. Catalina estaba horrorizada, y el macabro espectáculo
empeoró cuando uno de los bandoleros sacó un puñal y lo clavó en el pecho del
atracado. La pequeña estornudó en el peor momento posible. Los hombres se dieron
cuenta de su presencia y la atraparon, antes de que Catalina pudiera echar a correr, y la
ahogaron dentro del río.
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Era una buena mañana de primavera cuando Daniel, un adolescente pueblerino, cruzó
las puertas del palacio de su pueblo. Sus padres habían tenido que irse de viaje por la
muerte de su abuela y lo habían dejado con los marqueses, unos buenos amigos suyos.
Además, el joven estaría acompañado de las dos hijas de los marqueses: Claudia, de la
cual estaba perdidamente enamorado, e Isabela. Daniel se encontró a los marqueses en
un pasillo mientras seguía a la ama de llaves que le había abierto la puerta.