SIN PELOS EN LA LENGUA - ALBERTO AGUIRRE Y FERNANDO GONZÁLEZ | 页面 58

noticia y después la otra, las que le interesan para su columna, Cuadro. Sé que él no es dado a los homenajes. A uno que le rindió la Universidad de Antioquia por el aniversario de su grado de Derecho, no fue. Los organizadores no tuvieron más que entender —o, más bien, hacerse que entendían— que él considera el acto más incómodo del mundo que una persona esté sentada en el centro y otras estén hablando maravillas suyas durante horas, ante la vista de un público que seguramente no tiene otro sitio donde poner los ojos que en la indefensa humanidad de aquella persona, la cual no está diseñada para soportar semejante peso. Su silencio me bastaba, no por una sinrazón poética, sino por dos razones prácticas: una, que algunos de sus amigos coinciden en decir que él lo habita, es su dueño o lo hace. Otra, que con el silencio también se dicen cosas y si él es tan experto en esa materia, como dicen ellos, sabría decirme bastante con la boca cerrada. Fernando González, el filósofo, cuya amistad Alberto heredó de su padre, Pedro Claver Aguirre, dijo: “uno de los visitantes del silencio —un sol silencioso— es Alberto Aguirre”. Óscar Hernández, el columnista, quien trabajó en la Agencia France Presse, fundada por Aguirre en Medellín a principios de los años cincuenta, 56