SEUDO Seudo - Crónicas del Hurror. | Page 8

El gallo Yoga se levantaba todas las mañanas a hacer ejercicios. Eso resultaba gracioso a sus compañeras gallinas, gracioso por cómo se despertaba, no por hacer ejercicios. Él era su propio despertador. En cuanto su cabeza decía CU-CÚ-CUCÚ; se levantaba corriendo por todo el gallinero desplumándose en cada aleteo.

Pasadas las semanas el gallo Yoga, se había vuelto tan musculoso de tanto aletear que una mañana se animó a salir del gallinero. Lo hacía por un agujero que había dejado una comadreja en plan de cacería de sus compañeras.

Salía a recorrer el campo y las calles, buscando a quien asustar ahora que estaba grandote y forzudo. Algunas gentes corrían al verlo pasar, ya que se estaba volviendo cada vez más malo, y se aprovechaba de que nadie lo enfrentaba.

Una mañana de mucho frío el gallo Yoga no se despertó, por más que su cabeza cantaba CU-CÚ-CUCÚ cada vez más alto. Hace mucho frío para salir, pensaba el gallo Yoga, entonces se quedo durmiendo a la música de su CU-CÚ-CUCÚ. Durmió todo que pudo hasta que escuchó el aleteo de sus compañeras por todo el gallinero, vió desparramados los huevos por todas partes; se levantó con prisa, a ver qué pasaba. Había tan poca luz que no podía distinguir a las batarazas, ya que eran negras y blancas.

Al escuchar un sonido agudo de ruido blanco y gárgaras rápidas, supo instantáneamente qué era lo que pasaba. La comadreja otra vez, acá dentro, dijo. Dobló sus pezuñas en el pajar y corrió pecho erguido hacia el sonido acechante. De tanto chocarse con sus compañeras y por el plumerío que bajaba como llovizna en el gallinero, no podía ver al animal maldito.

Levantando su cuello como para cacarear, vió una cabeza blanca con antifaz negro que ocultaba ojos más negros todavía, supo que era la comadreja. Saco pecho y músculos hasta donde pudo, y confiando en su fuerza se acerco cada vez más, la comadreja lo miraba de reojo sin moverse, lo único que hizo fue chillar fuerte y abrir su boca de embudo, mostrando sus dientes finitos, filosos y blancos que brillaban como uñas en la oscuridad.

El gallo Yoga corrió rápidamente hacia afuera, detrás de sus compañeras gallinas, empujando entre todxs la puerta del gallinero, que por suerte o desgracia había quedado sin trabar.

La comadreja ataco a dos de sus compañeras, y salió corriendo detrás del gallo hasta que cansada lxs dejo en paz. Esa noche el gallo Yoga no pudo dormir, no entendía, como esa fuerza, esos músculos se quedaron fríos y sordos frente a la comadreja.

Y al día siguiente, Yoga, ya no salió a hacer ejercicios, se quedo mirando a sus compañeras, como tratando explicar lo que le pasó, pero solo podía escuchar el chillido de la comadreja. La cúal hizo que el gallo Yoga se levantará todas las mañanas, escuchando a su cabeza decir CU-CÓ-CUCÓ, en vez de CU-CÚ-CUCÚ.

EL GALLO

YOGA