Eclosión
de la tercera edad dorada segunda década
del sXXl
Así, el relato televisivo actual –si se nos permite la metáfora– se asemeja a una ronda ciclista: hay etapas
(temporadas) que, a su vez, tienen varias metas volantes y puertos de montaña (capítulos) en los que esprintar y obtener premio al esfuerzo puntual sin perder de vista el triunfo final, tras discurrir varias etapas.
Con un aliento cercano a The Wire encontramos apuestas actuales que privilegian la historia de fondo y ostentan la temporada como principal unidad narrativa: Mad Men, Breaking Bad, Game of Thrones, Treme,
Boardwalk Empire, Homeland, The Walking Dead, Sons of Anarchy, Friday Night Lights, The Houros, Downton
Abbey.
En todas ellas es posible detectar alguna trama auto conclusiva, pero su aspiración es novelística y su meta
explícita desde el piloto es la del corredor de fondo. Por el contrario, hay un puñado de series de primer nivel que, sin dejar de contar con fuertes conflictos se-riales –a diferencia de CSI, NCIS y similares, donde son
muy secundarios–, ceden peso a su vertiente auto conclusiva. Como explican Innocenti y Pescatore, “ahora
las fórmulas narrativas pasan a través de un proceso de mutación e hibridación y muchas series [auto conclusivas] se ʻserializanʼ, acercando cada vez más su estructura a la del serial”. Este giro, continúan, provoca
un tipo de relato donde “siempre hay una historia cen