Semillas
Educativas
1.
María madre de dios,
de la iglesia y madre nuestra
«María es para la Iglesia, motivo de alegría y fuente de inspiración
por ser la estrella de la Evangelización y la Madre de los pueblos de
América Latina «. Puebla. 168.
Los cristianos tenemos necesidad
de una madre buena que nos ayu-
de y nos guíe en nuestro caminar a
la casa del Padre celestial. Esa Ma-
dre es María, quien nos ama como
a sus hijos. Ella, la siempre bien-
aventurada Virgen María, es Madre
de Cristo y Madre nuestra, quien
estuvo presente en los momentos
tanto alegres como tristes en el
peregrinar de Jesús, por la tierra y
participó verdaderamente en cada
instante, siendo un soporte de fe,
esperanza y luz, que conduce hacia
el consuelo fraternal de la obra de
la redención. bres y del mundo. Después de la
muerte y resurrección de su hijo,
se reúne con los apóstoles en ora-
ción, acompañándolos y dándoles
fuerzas para que no desistieran del
trabajo que les correspondía hacer,
hasta cuando el Espíritu Santo bajó
sobre ellos y plantó en sus corazo-
nes la comprensión necesaria para
edificar en el mundo, el manda-
miento del amor y proyectar la mi-
sión sagrada de ir a retar a los ene-
migos pero no con las armas de las
manos sino con las del espíritu, las
del Evangelio, convirtiendo y anun-
ciando la Buena Nueva.
María estuvo presente con Jesús
en los momentos cruciales de su
tarea, sufriendo el dolor natural de
una mujer que ama a su hijo cuan-
do fue crucificado, sintiendo la pena
más espantosa de una madre que
se desvela y le acompañó, aceptan-
do la voluntad de Dios. Fue aquí
precisamente cuando Jesús nos la
entrega como madre, viendo ese
tesoro insondable que había en su
corazón y que se entregaba ente-
ramente en un silencio hermoso,
pero muy amoroso. María jugó un papel de suma im-
portancia en esta tarea designada
por Jesús a sus elegidos. María es
nuestra madre, nos lleva a Jesús,
nos acompaña y nos guía en el ca-
mino; ruega por nosotros al Padre
y con su vida de servicio alegra y
anima a los hombres, para que se
amen como hermanos.
María aceptó este trascendental
compromiso e inició la misión en-
comendada, por eso, se vuelve la
Madre de la Iglesia, de los hom-
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María abre los caminos para el
hombre, siembra la semilla de la
esperanza y guía los pasos de su
Iglesia peregrina en la tierra, para
que siendo nuevos, fructifiquemos
en el Evangelio y fortalezcamos
nuestra vida con luces de bondad,
caridad y amor; rechazando el pe-
cado que nos aleja y nos compro-
Semillas educativas. Orientaciones didácticas para la formación de la Infancia Misionera
desde la escuela.
PhD José Orlando Salazar Duque.