Semillas
Educativas
10.
La ascensión
«¿Galileos, por qué se han quedado mirando al cielo? Este mismo
Jesús que estuvo entre ustedes y que ha sido llevado al Cielo, vendrá
otra vez de la misma manera que lo han visto irse allá,»
Hechos 1, 119.
La fiesta de la Ascensión nos per-
mite recordar el destino de toda
vida humana: encontrar a Jesús,
para hallar la plenitud en Dios. Este
hecho es claro y entendible, porque
al resucitar Jesús de entre los muer-
tos fue llevado a la derecha de Dios
Padre, quien lo constituyó en centro
del universo, la segunda persona de
la Santísima Trinidad, en el Hijo, por
lo tanto, Jesucristo es el camino y el
corazón de la historia humana, tanto
en la tierra, como en el cielo.
En el libro de los Hechos de los
Apóstoles, vemos como Jesús an-
tes de partir del lado de sus dis-
cípulos a reunirse con su Padre,
les explica el sentido de lo que
ha sucedido y la misión que les
corresponderá ejercer de ahora
en adelante sin su presencia, sino
con la fortaleza que les inhalará:
de ahí en adelante, se convertirán
en sus testigos (Hechos: 1, 1-11).
El triunfo de Jesús sobre la muer-
te y su poder sobre toda criatura,
son motivos suficientes para en-
tender que quiere lo mejor para la
humanidad y confiar en esa espe-
ranza de vida, salvación y perdón,
por la cual luchó, murió y resucitó.
La fiesta de la Ascensión significa
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el fin de la existencia humana de
Jesús, al comienzo de la vida al
lado de su Padre Celestial, es la
plenitud de Jesús como Señor de
la historia y el comienzo en la tie-
rra de la acción de la Iglesia, con
la actuación de los Apóstoles.
Es la Ascensión entonces, el fin
de una historia amorosa, salva-
dora y llena de esperanza, por el
comienzo de otra, en donde con-
taríamos con la práctica de las en-
señanzas aprendidas de su Maes-
tro, por parte de los Apóstoles.
La expresión del sentido de la vida
de Jesús, trae un significado im-
portante para el Padre y la huma-
nidad: es un venir del Padre y un
volver a Él. Jesús vino para hacer
la voluntad del Padre, para liberar
al hombre del pecado, según el
mandato pedido, por esto, lo que
le sucedió a Él no es el fruto de la
casualidad. Jesús asumió la condi-
ción humana para darle al hombre
la posibilidad de rehacer su vida.
La obra del Padre era la instaura-
ción del Reino de Dios. Jesús ya
lo ha cumplido; por eso, ahora as-
ciende a los cielos. Nuestra vida,
unida a la de Jesús también tiene
Semillas educativas. Orientaciones didácticas para la formación de la Infancia Misionera
desde la escuela.
PhD José Orlando Salazar Duque.