Semillas
Educativas
8.
El camino de emaús
«Qué faltos de comprensión son ustedes y qué lentos para creer todo lo
que dijeron los Profetas. ¿Acaso no tenía que sufrir el Mesías estas cosas
antes de ser glorificado? «. Levítico: 24, 25-26
Después de su resurrección, Jesús
sigue caminando con nosotros, en
medio de las dificultades, las trage-
dias y los errores de los hombres y
nos invita a cambiar la ruta del peca-
do, por la del perdón y el amor, para
ubicarnos en el verdadero camino,
que fue el trazado por Él, desde
antes de nuestra existencia, junto al
Padre Celestial.
Es Jesús, la ruta de la esperanza, el
amigo que sale a nuestro encuen-
tro, cuando colocamos el corazón
a su disposición, abierto, ávido de
paz interior, dispuesto a cambiar,
así como hizo con los discípulos
en el camino de Emaús, se nos
presenta y nos habla de su triun-
fo sobre la muerte y el pecado y
nos invita a seguirle y anunciarle,
aunque no le conozcamos, pues,
debido a la esclavitud del peca-
do, nuestros ojos están cerrados
y no tenemos esa facultad desa-
rrollada de ver a Jesús que va al
lado de cada hombre, de cada
paso que demos, ya que nunca
nos deja solos.
Muchos siglos después de este
acontecimiento del camino de
Emaús, en nuestras comunidades
de base, en la propia familia, en el
país entero, Jesús se aparece en el
rostro y el caminar de un mendigo,
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de un leproso, de los miles de tu-
llidos y de enfermos que hay en el
mundo, en las personas que sufren
y que claman ayuda, pues su mul-
tiplicidad está en acompañarnos
y visitarnos, para que afrontemos
estas dificultades y salgamos ade-
lante y victoriosos como lo hizo Él.
El camino de Emaús es el trayec-
to de luz que Jesús quiere para el
hombre, su interiorización perso-
nal, para que brille la confianza y
creamos, para que nos fortalez-
camos con sus palabras y hechos
que han marcado la historia de la
salvación. El camino de Emaús es
signo de alegría, encuentro con
Jesús, reconocimiento a su sen-
dero de salvación, que lo selló de-
finitivamente con la resurrección.
Es necesario dejarnos contagiar
de esa aparición de Jesús, dejar
a un lado el pecado para poder
ver completamente la acción de
Jesús sobre nuestras vidas, volver
a recuperar los valores perdidos,
para que la mirada no se tape con
la vida del pecado y rechacemos
lo que Jesús nos quiere dar en
cada momento.
Semillas educativas. Orientaciones didácticas para la formación de la Infancia Misionera
desde la escuela.
PhD José Orlando Salazar Duque.